José Blanco se va a Europa y hay quien le pone puente de plata

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño MADRID / LA VOZ

GALICIA

El lucense es probablemente una de las mayores sorpresas políticas que ha dado Galicia

20 ene 2014 . Actualizado a las 10:31 h.

Ocurre en todos los ámbitos de la vida. Pero en política, quizá porque quienes la protagonizan están expuestos permanentemente al escrutinio público, el cuento de Pedro y el lobo se cumple siempre. Cuando un político anuncia un paso decisivo en su vida o en su carrera, provoca una razonable expectación popular y mediática. Pero cuando ese anuncio se repite de manera cíclica sin que llegue a consumarse, el efecto es que el protagonista pierde credibilidad. Y esa falta de confianza hacia lo que dice trasciende el hecho mismo que anuncia y no cumple, para extenderse a todo lo que diga después.

José Blanco, por ejemplo, es un caso paradigmático de lo que aquí se expone. El lucense es probablemente una de las mayores sorpresas políticas que ha dado Galicia. Durante años fue considerado un político menor al que casi nadie prestaba excesiva atención, ni siquiera cuando ocupaba un escaño en el Congreso. Pero a partir del año 2000, tras convertirse en el artífice de la elección de Zapatero como secretario general del PSOE, Blanco se reveló no solo como uno de los políticos gallegos con más talento, sino como uno de los de mayor olfato en toda España.

Encumbrado ya como factótum orgánico del PSOE, y después como ministro y portavoz, José Blanco empezó a hacer declaraciones públicas en las que mostraba un aparente e incomprensible desapego hacia la profesión. No solo ha repetido insistentemente desde entonces que «hay vida después de la política», sino que ha hablado abiertamente de su deseo de probar suerte en la empresa privada. La primera vez fue en fecha tan lejana como el 2007, cuando le manifestó a quien esto escribe, en una entrevista, que ya había cumplido todos los objetivos marcados, que quería pasarse a la empresa privada y que incluso tenía ya alguna propuesta de trabajo que le resultaba «muy sugerente».

Discurso repetido

Han pasado ya siete años desde aquello. Y, aunque ha repetido este discurso en numerosas ocasiones, ya nadie cree a José Blanco cuando amaga con la retirada. Ni siquiera después de haber atravesado momentos judicialmente muy complicados y familiarmente dolorosos.

José Blanco sigue y seguirá porque es un animal político que está a la espera de su oportunidad. El de Palas se va a Europa a pasar un período de descompresión, a hibernar en Bruselas a la espera de que el tiempo cure las heridas del caso Campeón y a apartarse del difícil momento que vive el PSdeG para volver en tiempos mejores. Todos lo saben. Y, aunque él asegure que no lo tiene decidido todavía, nadie cree ese juego de suspense, como le ocurría a Pedro.

Hay quien le pone puente de plata para tenerlo lejos y ocupado. Pero también quien opina que esa estrategia a lo Carme Chacón de borrarse, irse lejos y volver cuando tácticamente convenga no le dará resultado a Blanco. Veremos.