¿Qué hemos avanzado y qué hemos aprendido? Nada o casi nada

Baltasar Gil de Egea

GALICIA

25 jul 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Ya ha pasado un año. La investigación del accidente y el proceso judicial siguen abiertos. Qué hemos avanzado y qué hemos aprendido: nada o casi nada. Es duro reconocerlo y más duro asumirlo si estás entre las víctimas directas del accidente. Te invaden la tristeza y la rabia día a día, nada nuevo, espantoso, jueces, fiscales, peritos, abogados, investigadores, expertos? políticos, técnicos ferroviarios, gestores, empresarios y miles opinando e informando. Y en conclusión, nada.

Un año después, 365 días, se transmite la misma idea repetitiva del primer día, del primer momento: fue un despiste del maquinista, que no frenó a tiempo. Qué pena de tantas personas. Tanto tiempo y tanto dinero invertido para concluir tamaña simpleza, que fue un despiste del maquinista. Un Gobierno entero detrás, con todos sus recursos, para concluir que la única causa de 79 muertos y más de cien heridos fue un despiste. Es como mínimo un insulto al conocimiento científico, a la seguridad ferroviaria y a la investigación seria.

Ya hace muchos años, un abogado especializado en accidentes me dijo: «Siempre es igual, el primer mes las víctimas están muy afectadas, muy tristes y sensibles, pero hay que saber esperar. Las empresas, instituciones y aseguradoras lo saben, no hay que hablar de dinero y compensaciones en los primeros meses, pero pasado un tiempo se convierte en lo más importante de la negociación, mucho más que la investigación y el descubrimiento de todas las causas». Dura reflexión, en este momento en que el único avance real parece ser la reciente aprobación del Gobierno de aumentar las indemnizaciones a las víctimas del accidente de Angrois, cuando lleva un año negándose a formar una comisión parlamentaria de investigación de las causas del siniestro.

Por qué no avanzamos, quién lo impide. La sociedad cuánto riesgo está dispuesta a asumir, cuántos desastres más y dolor necesitamos, desde el Titanic, el Herald of Free Enterprise, el Costa Concordia, el SeaWall, Chinchilla, el metro de Valencia, Clapham Rail, Spanair, Los Rodeos, y tantos y tantos otros aviones, trenes y barcos, en los que un despiste o similar, decían en un primer momento, había sido la única causa de las tragedias, igual que ahora en Angrois. Tuvieron que pasar muchos años y empeño profundo de investigadores concienciados para demostrar a la sociedad que todos esos accidentes habían sido por múltiples causas, accidentes sistémicos y accidentes organizacionales, donde todos, la empresa, los vehículos, la infraestructura y las personas, habían tenido su parte de responsabilidad en el suceso. Tuvieron que demostrar mediante artículos, ponencias, conferencias, congresos, estudios y análisis múltiples que acusar a una única persona, el operador final, de un accidente organizacional de tamaña consecuencias es cuando menos una simpleza, una inexactitud científica y una banalidad jurídica.

Nada ha servido, nada hemos avanzado, nada hemos mejorado. Repetimos y repetimos los errores del pasado, intencionadamente, no es ingenuo. Siempre alguien gana, no somos tan tontos, pero las víctimas siempre pierden, y lo perdido no es recuperable.

Baltasar Gil de Egea es Director del Instituto de Investigación en Seguridad y Factores Humanos