Ayer, rozando los 40 grados de nuevo, salir a la calle requería de un importante ejercicio de mentalización
02 sep 2014 . Actualizado a las 07:00 h.La sartén gallega, como algunos apodan a la capital ourensana, no lo ha sido tanto este verano. Ni en junio, ni en julio, ni tampoco en el agosto que acaba de finalizar. De hecho, el mes más caluroso del año, en el que históricamente Ourense se cuela en el ránking de las ciudades españolas con máximas más altas disputándole el título a tierras andaluzas o castellanas, apenas deja cinco días por encima de los 30 grados, cuando lo habitual es que durante más de la mitad del mes se superen esas máximas. El año pasado, sin ir más lejos, hubo 19 días por encima de la treintena y varios pasaron la barrera de los 40 grados.
Pero lo que no sufrieron quienes se quedaron en la ciudad durante este agosto -de hecho los que tuvieron que trabajar o no pudieron irse de vacaciones agradecieron esa moderación del termómetro- lo padecen precisamente desde el domingo los que regresaron de sus vacaciones.
Ayer, rozando los 40 grados de nuevo, salir a la calle requería de un importante ejercicio de mentalización. Y no solo en la capital, sino también en otras localidades de la provincia que comparten un microclima similar, en las que a las altas temperaturas se une la sensación de humedad generada por la proximidad de los embalses. El golpe de calor es en Ourense algo más que una forma de describir un conjunto de síntomas; es realmente una bofetada física, sofocante, que se hace más dura a partir de la primera hora de la tarde.
Las calles y las terrazas volvían a quedarse ayer desiertas de público, pero los ourensanos no se agobian demasiado.
«Lo que pasa es que este verano estamos mal acostumbrados». Ese era el comentario más repetido entre quienes aprovecharon para acercarse a las orillas del Miño buscando la sombra o el chapuzón. Por cierto que ayer las piscinas municipales recuperaban parte del atractivo perdido para los bañistas este verano, pero solo serán un recurso hasta el día 7, porque el Concello de Ourense prevé cerrarlas el domingo, siga o no la ola de calor.
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