José Antonio Vázquez Taín: «El caso Asunta me supuso un gran esfuerzo laboral y personal»

Xurxo Melchor
xurxo melchor SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

MARCOS MÍGUEZ

Se refugió escribiendo el libro «Al infierno se llega deprisa», que sale hoy a la venta

22 sep 2014 . Actualizado a las 09:19 h.

Hace hoy un año, el juez José Antonio Vázquez Taín no durmió. Estuvo casi 48 horas en vela registrando los pisos de los padres de Asunta Basterra y escudriñando las cámaras de vídeo de medio Santiago. Su esfuerzo encarriló enseguida la investigación y permitió después acusar a los padres de la niña de haberla asesinado. En este momento, es otra cosa bien distinta lo que le quita el sueño. Algo bueno. Su segunda novela, Al infierno se llega deprisa (Espasa), sale hoy a la venta. El que quiera buscar en su argumento un mínimo rastro del caso se equivoca. Del crimen solo tiene una cosa, en la escritura de este libro fue en la que el magistrado se refugió para abstraerse de unas pesquisas que, admite, «me supusieron un gran esfuerzo laboral y personal».

-De su primera novela, «La leyenda del santo oculto», a esta hay abismos, ¿no? Más que nada porque la publica una editorial como Espasa, del Grupo Planeta.

-Sobre todo es una responsabilidad. Cuando Planeta me llamó por el mes de marzo sentí auténtico vértigo. Me dijeron que estaban dispuestos a darme una oportunidad porque habían leído mi primera novela y veían potencial, pero que no era un libro acabado y que le veían defectos que no sabían si yo sería capaz de corregir. Mi obsesión ha sido escribir una novela muy actual, que la sociedad que reflejara no fuese ni la del año pasado ni la del anterior. Por eso quise escribir una novela negra. La idea era haberla publicado el año que viene, pero ha ido todo muy rápido porque no he parado de escribir y se ha adelantado mucho. Cuando ya vi que sí la iban a publicar noté que había superado una prueba más. Uno puede tener una primera novela y puede ser una casualidad, pero cuando Planeta te dice que va a publicar la segunda ahí me sentí escritor. Ese día percibí que tenía una nueva profesión.

-Cuenta usted que escribir fue un refugio en un año dramático por el asesinato de Asunta.

-La idea inicial, ya digo, era haberla publicado el año que viene. Iba a empezar a escribirla en junio, cuando yo calculaba que ya me habrían dado el traslado a A Coruña, pero al volver de aquella reunión en Madrid sí que empecé a escribir casi como terapia. Sí, escribiendo esta novela me he refugiado del caso Asunta. Había momentos en que ya no soportaba tanta presión y que no podía ni ver la televisión ni leer la prensa y, en lugar de ir a dar un paseo, me iba a la habitación y me ponía a escribir. Así tenía algo distinto en lo que pensar y me distraía lo suficiente como para olvidarme de todo. Esta novela me ha ayudado muchísimo. He aporreado llantos en el teclado o he volcado frustraciones en forma de reflexiones de mis personajes, intentando evitar a toda costa cualquier conexión real con el caso Asunta.

-Al leerlo es evidente que del caso Asunta solo hay ese refugio.

-Yo llevó 18 años ejerciendo. Alguien que ha estado en barcos de coca o en las vías de Angrois puede decir que las cosas ya no le afectan mucho. No es soberbia, es simplemente el recorrido de 18 años en los que he tenido que envejecer mucho. He llevado miles de asuntos, miles. Y de esos ha habido cientos que han sido lo suficientemente duros como para traumatizar o marcar a cualquier persona. Soy un juez, he intentado siempre servir y que el mundo sea un poco más justo. A veces, el hecho de que la gente solo te identifique con un asunto te humilla en el sentido de que te simplifica demasiado. No necesitaba recurrir a Asunta, tengo muchas experiencias. Ahora que ya sé que vendrán más novelas, los que me critican ya no podrán decir que me las ha inspirado el último caso que he llevado. Lo único que he buscado en este libro ha sido reafirmarme como escritor y ver si había madurado lo suficiente para poder mejorar el libro anterior.

-De lo que sí hay en la trama, y mucho, es de su época en Vilagarcía y la lucha contra el narcotráfico...

-La época de Vilagarcía sí me marcó. Aprendí de todas las debilidades humanas, como sigo aprendiendo. Cuando escribo de delincuencia trato de mostrarle al lector lo fácil que se pasa de ser honrado al delito. Los protagonistas hacen ese salto con una facilidad absoluta...

-Al infierno se llega deprisa...

-¡Claro! Es que los errores se cometen con una sola decisión. Lo que quería es mostrar unos personajes que no sean ni claramente buenos ni malos. He querido jugar a presentar muchos personajes y que el lector los identificara con alguien o incluso consigo mismo, que se puedan poner en su lugar y pensar qué harían.

-¿Qué le impone más, el juicio social a una sentencia o a un libro?

-Al libro, claro. Cuando haces una sentencia sabes que hay recursos y tienes una garantía de que alguien va a revisar si lo has hecho bien o mal. Yo sé que por mi condición personal y laboral este libro va a ser criticado justa o injustamente por circunstancias totalmente ajenas al libro. Cuando escribí La leyenda del santo oculto hubo hasta quien dijo que era delito porque hablaba del Códice Calixtino. Luego se tuvieron que callar. Muchos de aquellos que me criticaron ni tan siquiera habían leído el libro, con lo que te das cuenta de que al final no critican el libro por el libro, sino el acto de publicar.