Asunta cumpliría hoy 14 años

Xurxo Melchor
xurxo melchor SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

Inteligente, responsable, hermética, obediente, tranquila y alegre. Así definieron a la niña ante el juez las personas que vivieron a su lado

30 sep 2014 . Actualizado a las 08:40 h.

Asunta Basterra Porto cumpliría hoy 14 años. Es el segundo cumpleaños que no puede celebrar. Fue asesinada el 21 de septiembre del 2013, nueve días antes de que hiciese 13 años. Sus padres, Rosario Porto y Alfonso Basterra, que la adoptaron en China cuando era un bebé, están acusados del crimen y el fiscal solicita 18 años de cárcel para cada uno, petición que eleva a 20 años la acusación popular, que ejerce la asociación de defensa de la mujer y de la infancia Clara Campoamor.

Inteligente, callada, responsable, hermética, comilona, brillante, obediente, tranquila, alegre y, en ocasiones, hasta bromista. Así describen a la niña los que más cerca de ella vivieron. De su inteligencia da fe el hecho de que tuviese habilidades especiales, un paso previo a ser superdotada. Pero también los numerosos testimonios de sus profesores, tanto los del colegio y el instituto como del sinfín de actividades extraescolares en las que participó a lo largo de su corta existencia. Francés, chino, alemán, ballet, violín y piano fueron las más importantes.

No todas le gustaban por igual. La música mucho, como también el ballet. Por eso se preocupaba cada vez que sus padres se olvidaban de comprarle un vestido de baile o de formalizar una inscripción. De los idiomas, toleraba el chino porque le unía con una cultura a la que pertenecía genéticamente, pero nada más. Del alemán es notorio que no le gustaba nada y que cuando su madre comentaba con los amigos y conocidos que Asunta había cogido con ganas el idioma ella llegaba a decir: «Mamá, no me utilices como coartada, a ti te gusta el alemán, a mí no».

Pese a pesar poco más de 40 kilos y estar muy delgada, Asunta era comilona. «Comía de todo y comía mucho», declaró en los juzgados su madrina, una de las personas que más tiempo pasó con ella y que más la quiso. La pasta, los huevos, el queso y el fuet le encantaban.

Sana. Ese es otro extremo en el que coinciden todas las personas que conocieron a Asunta y que tuvieron que relatar sus vivencias con la niña ante el juez que instruyó su asesinato, José Antonio Vázquez Taín. La pequeña no tenía ninguna enfermedad. Una afirmación común entre profesores, cuidadores, familiares y las madres de sus amigas, pero que sin embargo contradice a sus padres, que insisten en que tenía una alergia que ni tan siquiera su pediatra diagnosticó.

La misteriosa alergia que solo percibieron Rosario Porto y Alfonso Basterra es su explicación a los «polvos blancos» que Asunta contó a sus profesoras de música que le daban sus padres y que le hacían dormir mucho. El fiscal y el juez, por contra, creen que la alergia no existió y que es la coartada de los acusados ante el hecho de que desde julio y hasta el día de su muerte drogaron a su hija con Orfidal, un sedante que compraba su padre, que tenía recetado su madre y que dejó rastro en el pelo de la pequeña.

Como todos los niños que emprenden el camino hacia la adolescencia, Asunta pasaba cada vez más tiempo con sus amigas. Especialmente con dos de ellas que formaban parte del grupo de WhatsApp al que llegó el último mensaje desde el móvil de la pequeña que decía «me voy a hacer los deberes». Con una de estas dos mejores amigas pasó buena parte de su último verano en la playa, bajo el cuidado de su madrina. También estuvo unos días en Val do Dubra en la casa de la asistenta que atendía su casa. Ambas la querían muchísimo. Les encantaba quedarse con Asunta y querían ayudar a Rosario Porto, que había estado ingresada en el hospital por una grave crisis de ansiedad y, según ella misma declaró ante el juez, no se sentía con fuerzas de cuidar y responsabilizarse de su hija.