El Bloque se encierra en su estrella

serafín lorenzo SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

La UPG apuntala los marcos en un BNG en el que la CIG gana peso, y prima el soberanismo ante las listas abiertas y sin control de la cúpula que piden alcaldes, concejales y afiliados

30 sep 2014 . Actualizado a las 08:38 h.

El BNG no quiere aventuras. Diezmado en su base social por la fractura que dividió el nacionalismo gallego hace dos años, y en permanente declive electoral desde hace casi 20, el Bloque recela de las convulsiones que están replanteando las formas de hacer política. Desconfía de los que alientan las plataformas ciudadanas. Sabe que para recuperar el músculo perdido tiene que participar de esas Mareas, pero pretende ir con su catecismo por delante. Si hay que jugar se juega, pero con las cartas del BNG.

Su portavoz nacional, Xavier Vence, vuelve a mostrar estos días las cartas que ya puso sobre el atril de A Quintana el pasado 25 de julio. «Non caeremos na trampa dos que botan a rede cun canto á espontaneidade cidadá desorganizada, cunha teoría diferente en cada día da semana», proclamó Vence en su intervención en el Día da Patria. Y apostilló que sin organización el BNG estaría abocado al fracaso ante un PP que actúa «como un exército militar disciplinado». Todo un canto a los aparatos, un repliegue frente a las invocaciones de listas abiertas y sin control de los partidos que, con su apoyo explícito a la plataforma Somos Maioría, secundan seis alcaldes del Bloque y decenas de concejales y militantes. Ahí, la organización frentista tiene un problema. Los regidores críticos con la línea oficial sostienen que la cúpula debe estar abierta a lo que se está gestando en la calle.

Mayor protagonismo sindical

¿Y qué alternativa propone el aparato? Una apuesta por el retorno a sus esencias, con todas las fichas en la casilla del discurso identitario. Es el reclamo con el que agita sus asambleas abiertas, al calor del referendo escocés y del desafío de la consulta catalana. «Non pode haber política de esquerdas sen termos soberanía», predica Vence. La Unión do Povo Galego (UPG), la organización hegemónica en el Bloque, está apuntalando los marcos. Y hasta se ven ruedas de prensa en el Parlamento en las que representantes de la CIG, que cuadruplica en afiliación al BNG, comparten protagonismo con su portavoz en O Hórreo. Aunque no es la primera vez. El sindicato ya marcó el paso hace unos años al grupo parlamentario y forzó su cambio de discurso sobre el plus de altos cargos.

La premisa soberanista descarta a IU de compañero de viaje, como sucedió ante las europeas. Por tanto, excluye a AGE. Pero también a Podemos, esos instigadores de movimientos ciudadanos con doctrina aleatoria de los que el Bloque no se fía. Vence es claro cuando invoca un programa de país frente a lo que describe como «cantonalismos», en inequívoca alusión a las Mareas.

El BNG irá con su marca a las municipales. En las generales ya se verá, pero los comicios locales son los únicos que hoy por hoy le permiten tocar poder. Para ello, deberá atajar en las urnas la hemorragia que lo mantiene en caída libre desde 1997. En las autonómicas del 2012, primera prueba tras las escisiones de las que surgieron los embriones de Anova y Compromiso por Galicia, obtuvo 146.000 votos, 250.000 menos de los que 15 años antes, con Beiras, auparon al Bloque como segunda fuerza parlamentaria. El propio Beiras se hizo con 200.000 de esos 250.000 votos. Y en las europeas el BNG cedió 22.000 respecto al 2009. Los dos casos ratificaron que el nacionalismo conserva su predicamento en Galicia, aunque también que esa base social está en movimiento.