Aquí la política está hecha un cromo

Rodri García A CORUÑA / LA VOZ

GALICIA

Cinco gallegos acumulan miles de pegatinas reivindicativas y de partidos desde el inicio de la transición y algunos acaban de asistir a un encuentro nacional en Asturias

28 oct 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

«¿Estatuto UCD? Non, graciñas». Era una de las pegatinas que lucía Miguel Gutiérrez Carpintero en 1978. Nada llamativo entonces si no fuera porque la llevaba en su libro de primero de BUP. Y no era la única ya que la foto del Atomium de Bruselas que ilustraba la portada escolar estaba cubierta de otros adhesivos que iban desde la petición del PSOE «Por unha enseñanza democrática» al «Vota Partido do Traballo de Galicia», pasando por la Xoven Garda Roxa que clamaba «polo pan, traballo e a libertade». Desde entonces, Gutiérrez lleva reunidas «unas 24.000» y ha puesto en marcha un centro de recuperación (mianguca@gmail.com) con el objetivo de «archivar y clasificar las pegatinas editadas desde 1976 hasta hoy».

La época de la Transición fue uno de los momentos en los que las reivindicaciones políticas y sociales se hacían a través de estos adhesivos pero «hoxe hai máis pegatinas e máis reivindicativas; nos dous últimos anos subiron moito», asegura Carlos Xesús Varela Aenlle, otro coleccionista gallego que desde 1982 ha reunido 45.000 ejemplares. Gutiérrez y Aenlle participaron este fin de semana en Asturias en un encuentro nacional de estos coleccionistas que se celebra desde hace 10 años. Entre los asistentes, algunos que tienen 100.000 originales y esta vez «vino un coleccionista joven que se fue encantado porque se llevó 1.700 pegatinas», detallaba ayer Gutiérrez. En su caso, «traje 260 que no tenía; como estamos en contacto habitualmente no hay muchas sorpresas».

Evoca este coleccionista cómo «las primeras pegatinas se hacían en papel de estraza y se escribían a mano». Y muestra una de ellas. De todos modos, «Portugal nos lleva ventaja porque ellos tuvieron en 1974 la Revolución de los Claveles y aquí se empezó con la pegatina barata, clandestina, un poco más tarde». Por ello es habitual el intercambio con coleccionistas lusos. Años atrás «la gente se iba a Barcelona por la Diada o a Villalar de Comuneros para recoger pegatinas». Ahora, las transacciones son a través de Internet, donde hay pujas y «poden chegar a pagar 40 euros por unha pegatina, xente que quere facer a colección a golpe de talonario», critica Aenlle. Él tiene claro que entre todas las que guarda «o MCG [Movemento Comunista de Galicia] era o grupo que tiña o mellor deseño» y no ha notado que el creciente desencanto con los políticos influya en la emisión y colección de pegatinas.

Bernardo Valdés (Cuntis, 1969) apuntaba en la exposición de sus pegatinas en la Universidad coruñesa, que el partido político del que logró más ejemplares era del PC, contando sus ramas gallega, catalana y vasca. «Comencei a xuntalas a finais dos anos 80, cando aínda era moi novo». Era la forma «de recuperar a memoria histórica», decía Valdés, dueño de más de 20.000 originales.

La falta de apoyo para exponer estas pegatinas es apuntada por Gutiérrez, así como que a los partidos políticos «no les gusta nada que les andes moviendo sus pegatinas antiguas».

Manuel Rodríguez Nandín, de Vigo, y el ourensano Xosé Luis Carrión son otros coleccionistas. Este último no pudo ir a Asturias, «pero mandounos unha caixa con pegatinas para facer os intercambios», decía Aenlle. Fue el encuentro anual de los adictos a la política adhesiva.