Beatriz Otero Abadín: «Creer que algo como Angrois no va a volver a pasar es malísimo para la planificación»

Xurxo Melchor
Xurxo Melchor SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

30 oct 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

El 24 de julio del 2013, cuando un tren Alvia procedente de Madrid descarriló en la curva de Angrois, Beatriz Otero Abadín (A Coruña, 1962) se enfrentó a uno de los mayores retos profesionales de su vida. Como directora del Instituto de Medicina Legal de Galicia (Imelga) tuvo que coordinar el operativo de identificación de las 79 personas que aquel día perecieron en la vía del tren poco antes de llegar a Santiago. La experiencia le permitió detectar aciertos y errores y ha motivado una invitación para participar en las prestigiosas jornadas que se inician hoy en la universidad de Coímbra organizadas por el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses de Portugal. Algunos de los mayores expertos tomarán nota de la experiencia gallega, que ya ha servido para mejorar los protocolos de actuación existentes.

-Expondrá usted en Portugal una experiencia, al menos eso esperamos, que será difícil que se vuelva a repetir.

-Eso de que no se puede volver a repetir... Con ocasión del descarrilamiento de Angrois hice una revisión histórica de los últimos 40 años, desde el avión que se estrelló en Montrove (Oleiros) el 13 de agosto de 1973. Fui descartando todos los siniestros con menos de veinte víctimas y hay un montón. En Verín hubo dos accidentes de autobús con muchas víctimas, está el cámping de Los Alfaques, el accidente de Los Rodeos... Digamos que se puede repetir, que no estamos libres. En un accidente hay dos cuestiones importantes, el rescate de los heridos y el de las víctimas mortales. Para identificarlas, conocer las causas de la muerte y sacar conclusiones sobre cómo y por qué se produjo el hecho...

-¿Ha ayudado la experiencia de Angrois a mejorar nuestra capacidad de respuesta?

-Existen protocolos que marcan todos los pasos que hay que dar, pero los protocolos no dejan de ser cuestiones escritas que luego hay que pasar a la práctica y cada suceso de esta naturaleza tiene sus características, no todos son iguales. Se hacen simulacros, pero suelen centrarse en las cuestiones previas, en cómo se accede al lugar o cómo se evacúa a los heridos, pero el tratamiento posterior se entrena poco. En Santiago seguimos el protocolo, pero lo adaptamos a las circunstancias y lo pusimos en práctica a la hora de, por ejemplo, decidir turnos de trabajo. El operativo se hizo bien, podemos estar satisfechos, pero no podemos quedarnos en eso, hay que analizar qué se podría haber hecho mejor, en qué se falla o cuáles son las fortalezas. Hicimos un análisis crítico y hemos llegado a conclusiones que pueden mejorar nuestra actuación si esto vuelve a suceder.

-¿Por ejemplo?

-Hay que tener los medios materiales y personales previstos, los grupos de personas prediseñados, los locales que se van a utilizar predispuestos y no tomar las decisiones en ese mismo momento. Hay que tener una zona para el reconocimiento de cadáveres, otra para la entrega, otra para poder montar una oficina judicial. Todo tiene que estar previsto. Por ejemplo, las comunicaciones fueron un problema en el accidente de Santiago. Todo el mundo iba con sus teléfonos móviles, pero con tanta llamada en nada dejaron de funcionar y hubo que montar teléfonos, el wifi.... El trabajo forense ya lo tenemos entrenado, donde radica la dificultad es en estos asuntos más de logística.

-Usted destaca la necesidad de estar preparados. ¿Lo estamos?

-Estamos más preparados que antes porque los medios que se necesitan existen hoy en día y están en uso. Cosas tan tontas como que los papeles autocopiativos, si pasa mucho tiempo, dejan de ser autocopiativos. Creer que algo como lo de Angrois no va a volver a pasar nunca es malísimo para la planificación. No tener la percepción de que puede pasar mañana hace que la entrega sea relativa. El accidente nos motivó para mejorar muchas cosas.