La Lei do Solo que regularizará miles de casas y naves fuera de ordenación llega al Parlamento

Serafín Lorenzo SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

Principales cambios en la Lei do Solo
A. L. C.

La norma que agiliza el planeamiento y obliga al alcalde a multar por casas sin acabar verá la luz a final de año sin acuerdo político

09 oct 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

El reto de dotar a Galicia de una legislación urbanística avalada por un consenso político, o respaldada al menos por una mayoría cualificada que garantice su aplicación y continuidad, seguirá siendo la gran asignatura pendiente para ordenar el territorio. Esta es la principal rémora con la que llega al Parlamento para su trámite final el proyecto de Lei do Solo, al que ayer dio luz verde el Consello de la Xunta con la previsión de que la norma quede aprobada antes de final de año. El trabajo en la Cámara sobre el borrador legislativo evidenció que, pese a compartir el diagnóstico sobre los problemas del urbanismo, los grupos discrepan en las soluciones. Y aunque hay margen para acercar posiciones, el clima preelectoral que rodeará el debate parlamentario cercena cualquier expectativa de acuerdo.

El proyecto de Lei do Solo entra así en la recta final para su aprobación con un giro radical en su filosofía respecto al ambicioso texto que Cuíña impulsó en el 2002. Esa norma, que deja como prueba de su fracaso la decena de reformas que acumula, da paso a un texto con el que el Ejecutivo de Feijoo quiere agilizar el planeamiento y conjugar la protección del suelo rústico con un desarrollo ligado a actividades agropecuarias y forestales.

Edificios anteriores al PXOM

La nueva ley reconocerá miles de viviendas y naves industriales que fueron edificadas en las cuatro provincias antes de que los concellos en los que se asientan tuvieran planeamiento. Los propietarios de esas construcciones que quedaron fuera de ordenación no pueden utilizarlas como garantía hipotecaria y soportan restricciones en la ejecución de obras. Con la nueva norma, esas edificaciones pasarán a estar dentro de la ordenación, lo que dará seguridad jurídica a sus dueños. Solo quedarán fuera las que estén en zonas verdes, afecten a viales o a equipamientos públicos. En esos tres casos, solo estarán permitidas obras de mantenimiento.

Obras en suelo rústico

Frente al rigor proteccionista que los sindicatos agrarios achacaron a la ley actual, la Xunta apuesta ahora por el suelo rústico como espacio productivo, y suprime las categorías de protección agropecuaria y forestal. Los alcaldes autorizarán las edificaciones en ese suelo, donde además de las vinculadas al sector primario también podrán instalarse cementerios y depuradoras. Solo las de uso turístico o ganadero requerirán autorización autonómica.

Licencias y remate exterior

La Xunta también retoma la obligación de rematar las casas con ladrillo visto, que no se aplicó en los 13 años de vigencia de la norma actual. Urbanismo sostiene que la multa a los propietarios pasará a tener carácter imperativo para los alcaldes, cuando en la actualidad es potestativo. Los regidores ya advirtieron que no están por la labor. También permitirá prorrogar varias veces las licencias caducadas de las casas sin construir. En las que estén en obras, esa ampliación quedará supeditada a su remate exterior.

Planeamiento básico

La Xunta dotará de planeamiento básico a los concellos con menos de 5.000 vecinos, aunque tras las objeciones del Consello Económico e Social deja esa vía abierta a los que rebasen ese censo.

Por otra parte, la Xunta autorizó ayer los acuerdos para invertir 28,5 millones en 1.660 viviendas en las áreas de rehabilitación.