«Nos vimos solos, pasamos mucho miedo»

a. martínez, j. romero VIGO, RIBEIRA / LA VOZ

GALICIA

Trabajos de extinción en la parroquia de Sela, en Arbo
Trabajos de extinción en la parroquia de Sela, en Arbo M.MORALEJO

Vecinos de Arbo y de Porto do Son relatan la impotencia y el temor de las intensas horas de batalla contra las llamas

12 ago 2016 . Actualizado a las 15:15 h.

El incendio que comenzó la noche del miércoles en Arbo se extendió rápidamente ayer por la mañana hacia zonas pobladas de As Neves y de Crecente. La consellería do Medio Rural activó la situación 2 en la parroquia de Mourentán, donde ardieron más de 1.500 hectáreas, pero no fue el único sitio donde hubo peligro. Los medios desplegados en la comarca no fueron suficientes para impedir que las llamas se acercaran hasta las casas y los vecinos lucharon también con todos los medios a su alcance para proteger sus propiedades. «De repente nos vimos rodeados y aquí solos, pasamos muchísimo miedo», manifestaba ayer José Rodríguez Furelos, vecino de la zona de As Rozadas, en As Neves. Este hombre de 64 años se enfrentó al fuego con una manguera para proteger su vivienda, hasta que llegó una brigada. La Guardia Civil, que cortó el acceso al barrio por precaución, le aconsejó que se marchara, pero se negó. «Si me voy quién mira por esto, yo no dejo nada, no me voy de aquí». Las llamas rodearon su vivienda y la de su vecino, que volvió rápidamente de su trabajo y no pudo evitar que el fuego afectara a un galpón. Llegaron a quedarse aislados por el fuego, como lo muestra el hecho de que el monte estuviera quemado a ambos lados de la carretera de acceso.

«Precisamente ayer fui a denunciar la existencia de maleza en la finca colindante, pero su nombre no figura en el catastro», comentaba José Alonso.

«El eucalipto nos está machacando», comentaba también José Antonio Caldas, vecino del barrio de Sela, en Arbo, donde ayer se llevaron un buen susto porque una enorme lengua de fuego estuvo a punto de alcanzar varias viviendas cercanas. En el barrio de Rande-Mourentán, en Arbo, cundía la indignación entre los residentes, que se sentían impotentes por el espectacular avance de las llamas. Hubo vecinos que recibieron con insultos a los brigadistas cuando llegaron para apagar el incendio, hasta el punto de que tuvo que intervenir la Guardia Civil.

M.MORALEJO

Bustoseco es uno de esos lugares de Galicia a los que no se llega por casualidad. Pero ayer, a última hora de la tarde, en esa parte interna de la sierra de Barbanza, y concretamente en la zona que afecta al municipio coruñés de Porto do Son, se libraría una batalla más contra los incendios y los incendiarios. De ganarla, como así se hizo, se decidiría el cara a cara que durante jornada y media mantuvo el hombre contra el fuego. Al final, más de 800 hectáreas arrasadas, decenas de viviendas evacuadas y un sinfín de daños materiales y personas heridas o intoxicadas por la inhalación de humo durante horas. Este gran frente afectó a tres parroquias de O Son y se adentró en el municipio de Ribeira, hasta el punto de que se evacuó un cámping con 800 clientes.

Las llamas, avivadas por el nordeste huracanado que azotó Barbanza hasta ayer por la mañana, cambiaban de dirección y la lluvia de miles de objetos que flotaban en la atmósfera incandescentes se dejaban caer temerariamente sobre las copas de los árboles y las viviendas. El caos llegó a tal punto que, poco antes de las 02.30 horas, los centenares de efectivos desplegados recibieron una orden tajante al comprobar que el fuego, hasta que amaneciese y regresasen los medios aéreos (cinco hidroaviones y nueve helicópteros), sería incontrolable: «Lo primero son las vidas, el fuego es incontrolable, retroceded. Hay que hacerse fuerte en la carretera para esperar las llamas. Revisad todas las casas para comprobar que están vacías», se pudo oír en cada coche de emergencias conectado al canal de radio del operativo de extinción. Pero la verdad es que fueron centenares de vecinos, de todas las edades, los que se negaron a dejar su vida atrás. «Hubo señoras que amenazaron con hoces para defenderse por si alguien las obligaba a irse», explica Xosé Caamaño en Guiandón, uno de los núcleos más afectados. Ya de día, y a última hora de la tarde, la situación se fue regulando a la vez que la intensidad del viento de desplomaba. Aún así, al cierre de esta edición el frente seguía activo.