El riesgo de fractura planea sobre el PSdeG

Domingos Sampedro
Domingos Sampedro SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

Álvaro Ballesteros

El posible cambio de gestora y la pugna de las primarias son otros test de estrés para un partido ya muy debilitado

19 mar 2017 . Actualizado a las 09:12 h.

Un veterano socialista gallego, de cráneo napoleónico y erguido como el de François Hollande, soltó un día esta sentencia: «Nadie tiene un manual para entender lo que está pasando». Se refería a la política, a los vertiginosos cambios de los últimos años. Las cosas pasan, simplemente, pero casi siempre son susceptibles de empeorar. Perdido en ese laberinto se halla el PSdeG, junto con toda la socialdemocracia europea, intentando encontrar la fórmula para volver a ser lo que un día fue y afrontando por primera vez desde su refundación no solo un riesgo real de fractura interna, que en parte ya existe, sino también el de escisión.

En el PSdeG siempre se creyó conjurado el riesgo de sufrir una escisión, similar a las que achicaron el BNG en el 2012. Fuera hay demasiado frío, advertían, y por eso, desde 1979, nunca llegó a desgajarse del tronco común otro proyecto socialista.

No obstante, las continuas cuitas internas fragmentaron tanto el partido que lo convirtieron en una sucesión de taifas, hasta el punto que en cada provincia, casi en cada ciudad, hay un sector oficial que tiene un sector crítico enfrente dispuesto a combatirlo y a desplazarlo del poder. Vigo contra la dirección del PSdeG y el resto de Galicia contra Vigo. La mitad de Ourense contra la otra mitad. Lugo mirando de reojo la puerta giratoria por la que sale y entra el temperamental alcalde de Becerreá. A Coruña convertida en varios minifundios, Santiago rozando el esperpento porque va camino de un año sin cubrir la vacante de un concejal y el 40 % del PSOE de Ferrol decide gobernar con la marea local, mientras el otro 60 % se apea del carro.

A lo anterior se suman liderazgos y direcciones muy débiles, y en ocasiones de escasa legitimidad. Gestora federal, gestora gallega con el mandato expirado o la gestora provincial lucense que dura ya un año y medio.

Este PSdeG que se fue debilitando y perdiendo el nervio tras ser desalojado de la Xunta, en el 2009, será sometido ahora al test de estrés de las primarias a nivel federal, planteadas por algunos socialistas como una especie de guerra civil a la que solo puede sobrevivir un bando.

Si Pedro Sánchez recupera el trono, algunos de sus entusiastas seguidores en Galicia amenazan con arrasar lo que haya al otro lado mientras empoderan a la diputada Rocío de Frutos, la que desoyó el mandato del máximo órgano del partido, y que ni siquiera tenía al día la ficha de afiliada al partido cuando desplazó a Laura Seara como cabeza de lista por Ourense, pese a que esta última fue la más votada por la militancia.

Y a la inversa, si es Susana Díaz la que se instala en Ferraz, es probable que parte de la militancia del PSdeG se rasgue las vestiduras, dé un portazo y explore un futuro político más a la izquierda del PSOE, donde han emergido otras ofertas.

El riesgo de escisión está ahí. Puede que no como el nacimiento de nuevas siglas, como le ocurrió al PS francés, que vio cómo el exministro Mélenchon se le escapó por la izquierda y el exministro Macron por el lado liberal para formar sendos proyectos políticos y coincidir ahora compitiendo con los propios socialistas por el Elíseo. Aunque las bajas en masa para abrazar otro proyecto, como puede ser Podemos, son también una escisión en la práctica.

Este es el laberinto en el que está metido el PSdeG. Y estas son claves que Ferraz y su principal aliado en Galicia, Abel Caballero, han de tener en cuenta a la hora de nombrar, llegado el caso, una nueva gestora en el PSdeG. «Nadie tiene un manual». Pero todo lo que llegue sin consenso solo es susceptible de empeorar.