La madre de una niña con huesos de cristal pide un ascensor en el colegio

alejandro martínez TOMIÑO / LA VOZ

GALICIA

ALEJANDRO MARTINEZ MOLINA

La pequeña de 9 años corre riesgo de fracturarse subiendo y bajando escaleras

25 mar 2017 . Actualizado a las 16:57 h.

Una niña de 9 años diagnosticada con osteogénesis imperfecta, conocida como la enfermedad de los huesos de cristal, no puede moverse por todo su colegio en Tomiño como hacen sus compañeros. Su madre, Pilar Domínguez Muñoz, reclama a Educación que instale un ascensor en el edificio del centro Pintor Antonio Fernández, en Goián, para que la pequeña Uxía pueda subir cuando lo necesite al segundo piso del edificio educativo. A causa de esta enfermedad congénita, la pequeña sufre fracturas con frecuencia y constituye un gran riesgo para su integridad andar subiendo y bajando escaleras continuamente.

De hecho, el curso pasado se le rompió un hueso y no pudo ir al colegio durante un mes porque su clase estaba en el piso de arriba. Pilar tuvo que insistir ante Educación para que una profesora acudiera a su domicilio y así Uxía no perdiera el ritmo de la clase durante su convalecencia. Este año su aula está en el piso de abajo. La estancia está adaptada para alumnos con movilidad reducida y tiene además un cuarto de baño que puede utilizar sin problemas al carecer de barreras arquitectónicas. Pero a la madre le duele que su hija tenga restringido el libre acceso al resto de las instalaciones educativas. Los alumnos de los cursos superiores estudian en la planta de arriba. Si la dirección del centro mantiene el año que viene las aulas en el mismo sitio, tendrá un problema. Podría seguir en la misma clase hasta que vaya al instituto. «Lo que demando es un ascensor, no solo para mi niña sino para otros alumnos que puedan venir en el futuro», asegura Pilar. Dice que actualmente hay un niña escayolada de otra clase «y tiene que subir las escaleras con las muletas».

La niña ya las ha contado. Los 21 escalones constituyen una barrera infranqueable para ella. Pilar Domínguez afirma que ha dirigido su petición a Inspección de Educación y al Concello, sin que por el momento le hayan hecho caso.

Además reclama que le vuelvan a poner una cuidadora para atender a su hija. Uxía comenzó el curso en silla de ruedas con una profesora de apoyo, pero se la quitaron a la vuelta de las vacaciones de Navidad. «Físicamente está muy bien, pero tiene sus limitaciones», asegura la madre. Al carecer de cuidadora, cuando sufre una fractura no puede ir al colegio. Además padece un problema de corazón y tiene pérdida de visión en un ojo que le obligaría a llevar puesto un parche, pero su madre prefiere no ponérselo para que no tropiece y se caiga. La pequeña tampoco puede coger peso por culpa de una escoliosis.

Falta de sitio

La solución no parece fácil, según apunta la directora del colegio, Mirta Misa. El problema es que las instalaciones educativas no cuentan con espacio suficiente para poder instalar el elevador. Existe un proyecto de remodelación del centro, pero actualmente está paralizado. «Con la crisis las cosas van despacio», explica la docente.

Aún así, se han hecho mejoras. Con el paso de una niña que estaba en silla de ruedas se puso una rampa y un pasamanos para poder acceder al centro. La directora cree que la Xunta es la que tendría que hacer frente a las obras pendientes. «Los concellos están para el mantenimiento; eso es construcción», afirma. No obstante cree que es necesario eliminar las barreras arquitectónicas para que todos los alumnos del centro puedan utilizar las instalaciones en las mismas condiciones. El colegio público de infantil y primaria cuenta con 120 alumnos matriculados.