Los expertos piden compromiso, rigor y tiempo para acabar con el feísmo

Juan María Capeáns Garrido
juan capeáns SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

Redes, en el municipio de Ares, es uno de los paradigmas de conservación del entorno en Galicia.
Redes, en el municipio de Ares, es uno de los paradigmas de conservación del entorno en Galicia. JOSÉ PARDO

Confían en que las últimas normas sobre el territorio trasciendan en una década

21 may 2017 . Actualizado a las 14:48 h.

Los tiempos en el urbanismo y el paisaje, como en la geología, tienen sus propios ritmos, muy alejados de los ciclos políticos. Una casa mal diseñada puede durar cien años, pero antes o después se sustituye, mientras existen calles tan milenarias como visiblemente mal planeadas.

La dictadura del reloj se extiende también sobre las normas legales y guías orientativas que se han ido elaborando en cascada en los últimos años para combatir el feísmo y cuyo impacto será «lento pero seguro». Las primeras señales globales tardarán en verse «unos diez años pero se notarán muchísimo», augura Isabel Aguirre, la directora de la Escola Galega da Paisaxe. Esta experimentada profesional percibe con claridad el cambio de una sociedad en la que «hacer las cosas bien dependía de la voluntad de propietarios, promotores y alcaldes» a otra en la que los aspectos estéticos y ecológicos no solo no se cuestionan, «sino que están regulados y revelan un ciudadano responsable». Los avances «en concienciación» ya se ven, pero advierte que habrá que esperar por los resultados, que dependen del «rigor» con el que se apliquen los políticos. De lo que está convencida Aguirre es de que los gallegos han desarrollado su propio criterio de lo correcto, «y cuando pasean por una calle bien reformada piden una actuación igual para la suya».

En la agenda social

El presidente del Colexio de Arquitectos de Galicia, Antonio Maroño, no cree que se puedan valorar todavía los aspectos más técnicos de una Lei do Solo que entró en vigor hace poco más de un año, pero se congratula de que esa y otras iniciativas políticas en torno al urbanismo y el paisaje hayan calado de forma indiscutible en la agenda social, «como el reciclaje o la calidad de los alimentos». Para Maroño, el proceso normal es que la legislación dé respuesta a lo que la sociedad necesita, pero en ocasiones, y el fenómeno del feísmo era un ejemplo, «hay que liderar los cambios» a través de unas normas «que todas las partes tienen interés en que se conozcan y salgan adelante».

También pide paciencia para hacer visibles esa transformación Gonzalo Alonso -de Abalo Alonso Arquitectos- que cuenta con contrastados proyectos de rehabilitación como el de la plaza compostelana de San Clemente, a unos metros de la Catedral, que obtuvo el reconocimiento de la Fundación Juana de Vega y menciones en premios internacionales. «Los cambios de tendencia en la arquitectura residencial se aprecian en seis, siete... diez años, quizás, y si hablamos del paisaje es un proceso todavía más lento», explica Alonso, quien considera que el auténtico logro de las normas más recientes sobre el territorio, en las que han trabajado muchos de sus colegas a los que aprecia, es que los ciudadanos «las asuman y se sientan implicados». Otra cosa, advierte, es que los que tienen que velar por su correcta aplicación -los concellos- estén a la altura de la sociedad. «Esto no funciona de un año para otro. Es como sentirte cómodo en una casa nueva», ejemplifica. Alonso también detecta un cambio interesante: los alcaldes de los municipios medianos empiezan a exigir a los arquitectos «premios» para las reformas de sus calles y plazas.

El álbum de los rehabilitados del feísmo

La concienciación social en torno al cuidado del paisaje y la preocupación por la huella del ser humano también empieza a reflejarse en ese universo paralelo pero en ocasiones muy certero que son las redes sociales, en las que proliferan iniciativas en las que principalmente se recogen denuncias. La Voz, a través de su edición digital, quiere sacar a la luz esa Galicia que ha dejado atrás las paredes sin pintar, los parcheos de ladrillo y los cierres-somier, que siguen existiendo, para mostrar buenos ejemplos a lo largo y ancho de la comunidad. Para participar hay que enviar a la dirección fotos@lavoz.es dos imágenes en formato digital, una con el antes y otra con el después. Será necesario adjuntar los siguientes datos: nombre del autor, lugar y fechas de las fotografías y un texto descriptivo de hasta 200 caracteres. En el asunto del correo debe poner «Fotos-feísmo».

Esta sección de lavozdegalicia.es no es un concurso ni una competición, y en la misma pueden participar todos los internautas sin límite de edad. Sus fotografías se irán ordenando por fecha de envío. No se publicarán las imágenes en las que el autor no se identifique o que no tengan los datos esenciales referidos anteriormente, y podrán ser utilizadas en la edición de papel de La Voz. Las fotografías no se modificarán ni retocarán.

 Los ayuntamientos perciben avances, pero «sin cambios drásticos»

Los ayuntamientos son actores principales en la lucha contra el feísmo, por cercanía y competencias. Entre la Xunta, que legisla, y las instituciones municipales, que son responsables de ejecutar y velar por la norma, hay un hueco por el que se siguen colando parte de las energías de una lucha que se antoja larga. La Lei do Solo es clara a la hora de obligar a rematar las obras inacabadas, con un régimen de multas -hasta 25.000 euros en 15 meses- que deben aplicar los alcaldes contra los particulares. Este es, sin duda, el obstáculo más evidente, de ahí que la Administración autonómica esté ofreciendo a posibilidad de que sea la Axencia para a Protección da Legalidade Urbanística (APLU) la que tome las riendas sancionadoras, pero no es una medida a corto plazo. Desde la Consellería de Medio Ambiente y la Fegamp admiten que esa posibilidad está en una fase «muy inicial» que debe combinarse con dos elementos: pedagogía y formación.

Los avances se aprecian y todo «sigue su curso», reconoce el representante de los municipios y provincias, pero «sin cambios drásticos». El socialista Alfredo García, alcalde de O Barco, mantiene una postura reflexiva sobre las medidas que marca la Xunta, y de hecho está trabajando para impulsar en los concellos pequeños un registro de viviendas inacabadas que incluyan los motivos que llevan a su propietario a, por ejemplo, no rematar una fachada. Con esa información se podría actuar con más criterio antes de imponer sanciones, cree.

Materiales y colores

No todo en la esfera legal del paisaje y el territorio es de obligado cumplimiento. Hay muchas normas, ahora simplificadas con respecto al 2002, pero también se establecen textos que en un principio nacen para convivir al margen de los planes urbanísticos con carácter orientativo. La guía de materiales y colores es uno de los documentos más esperados, por cuanto va a fijar una paleta de tonos y acabados para aplicar en las casas de doce zonas paisajísticas predefinidas. Pensadas inicialmente como recomendaciones pero sin descartar que se conviertan en norma, los concellos también defienden preventivamente su «autonomía» ante un trabajo en el que han colaborado equipos de arquitectos de toda Galicia y que debería conocerse en las próximas semanas. Además, la Xunta ha impulsado un a guía para definir por zonas y poner en valor los cierres de fincas rurales, también de carácter orientativo.