«Tememos por la vida de cuatro personas, el resto saldrá adelante»

carlos ponce LA VOZ EN PEDRÓGÃO GRANDE

GALICIA

Marcos Míguez

El jefe de la unidad de quemados hacía el Camino de Santiago cuando le advirtieron por la noche de la urgencia

21 jun 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Jorge Lima es el director de la unidad de quemados y de cirugía plástica del Hospital Universitario de Coímbra. El pasado sábado se encontraba cerca de Santiago a punto de terminar el Camino Inglés. Completa la ruta jacobea todos los años, pero esta vez lo ha tenido que posponer. Una compañera de trabajo le envió un mensaje de madrugada mientras estaba durmiendo en un albergue. Le informaba sobre la tragedia que estaba teniendo lugar en Pedrógão Grande. No lo dudó, cogió el coche y volvió inmediatamente a casa.

A primera hora de la mañana ya estaba recibiendo quemados en la entrada del hospital. «Los heridos procedentes del incendio no paraban de llegar». Era un goteo constante, uno detrás de otro, muchos de ellos graves. «Necesitaban ser intubados inmediatamente», recuerda Lima.

Cuatro de los heridos que quedan, en palabras del doctor, «están muy graves. Vamos a ir día a día evaluando su situación». Las heridas más críticas son las sufridas por la inhalación del propio fuego cuando intentaban respirar. «Tememos por la vida de cuatro personas, el resto saldrá adelante», aunque muchos necesitarán cirugía plástica.

Entre los heridos hay desde una bombera de 24 años que está fuera de peligro, hasta ancianos de más de 80 años que sobrevivieron al fuego y que fueron evacuados. Ayer le dieron el alta a tres niños. Ya solo queda un pequeño herido en el hospital. Está en la unidad de cuidados intensivos con respiración asistida, pero se encuentra estable.

Un joven militar reconoce que la organización «es un desastre»El hospital universitario de Coímbra es el que recibió a prácticamente la totalidad de los heridos. Es el complejo sanitario más grande de Portugal. En él trabajan casi 7.000 profesionales y cuenta con la mayor unidad de quemados del país. Pese a la magnitud de la tragedia, su director, Fernando Regateiro, asegura que no se sintieron desbordados en ningún momento. «Todos los profesionales trabajaron con una serenidad como si lidiasen con algo así todos los días», dice con orgullo. Desde que llegó el primer herido, el sábado por la tarde, hubo médicos y personal de enfermería «que llegaron a trabajar 46 horas seguidas», sostiene Regateiro, que recibió a La Voz en sus despacho minutos después de atender al presidente portugués, Marcelo Rebelo de Sousa, y de recibir una llamada del ministro de Sanidad. Su mayor preocupación durante la jornada fue acelerar los trámites para entregar a su familia el cuerpo del bombero fallecido en el centro.

El contraste en la gestión

La impecable gestión de las urgencias en el hospital, que no recibió crítica alguna de la enfadada sociedad portuguesa, contrasta con el resto del dispositivo. Los propios bomberos y militares reconocen de forma anónima la cuestionable organización de un dispositivo que se coordina desde el centro de comunicaciones habilitado en Avelar. «Es un desastre», declaró un joven y voluntarioso militar: «No nos dicen qué tenemos que hacer».