Calma total en el día de la histeria

La Voz REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

MARCOS MÍGUEZ

La primera de las pruebas de la oposición de Educación discurrió sin incidentes

25 jun 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

En rojo. En ese color habían marcado el día de ayer en su brumario más de 14.000 personas que aspiran a convertirse en funcionarios del servicio de Educación de la Xunta. Las siete ciudades gallegas acogieron la primera de las pruebas de una oposición que repartirá 1.043 plazas de profesor y empleado público. Una jornada de nervios, de tensión, que sin embargo discurrió sin incidentes destacables, según confirmaban desde la Administración autonómica.

A pesar de que estaban matriculados 14.449 aspirantes, la cifra exacta de participantes en el examen de ayer se conocerá a lo largo de los próximos días, habida cuenta de que la gran profusión de tribunales habilitados para el desarrollo de esta oposición complica el recuento final. Y es que, en el diseño de la oposición, Educación repartió las sedes entre las ciudades de A Coruña, Vigo, Santiago, Pontevedra, Ourense, Lugo y Ferrol. En algunas de las urbes fueron incluso varios los centros señalados para acoger las pruebas en función de la especialidad: secundaria, infantil, FP...

En total, la Consellería de Educación convocó 136 tribunales, 63 para las especialidades de primaria y los restantes 73 para secundaria, conservatorios, FP y similares.

Todo o nada

El de ayer fue un día de contrastes. Entre aquellos que concurrían por primera vez a un proceso de estas características y quienes ya acumulan en su mochila un bagaje mucho mayor, seguramente una gran ayuda para desterrar miedos en un todo o nada como el que se plantea en estas oposiciones.

Es el caso de María Fariña, de Malpica, y Yolanda Mosquera, de Mesía, aspirantes a una plaza en Lingua Galega y que se vieron las caras en el IES Lucus Augusti, en Lugo. Con cuatro citas similares a sus espaldas, ambas confesaban ayer estar muy tranquilas, aunque reconocían que no veían el momento de sentarse ante el pupitre para poner a prueba sus conocimientos. «Levamos esperando dende o 2008», admitían al unísono. La prueba arrancó a eso de las once de la mañana y, solo unos minutos después, fueron muchos los opositores que se levantaron de la mesa y desfilaron hacia la salida, señal inequívoca de que el ejercicio práctico al que se sometían se complicó más de lo que esperaban.

En ese primer ejercicio para las plazas de magisterio, el tribunal planteó a los aspirantes un caso práctico en el que debían explicar cómo actuarían, una situación que se debía resolver de acuerdo con el temario y la legislación educativa. Horas después, ya por la tarde, le llegó el turno a la teoría. Las preguntas se seleccionaron a partir de un sorteo, por lo que no todos los opositores respondieron a las mismas cuestiones, algo que dependía obviamente del tribunal asignado.

Con las cartas ya echadas, el siguiente paso ahora para los miles de aspirantes a una plaza de profesor en infantil será el examen oral. En unos días, los opositores tendrán que leer ante un tribunal ese mismo examen que redactaron ayer, una prueba de toque indispensable para llegar al final del proceso. Los cálculos con los que trabaja Educación prevén que el jurado atienda cada día a entre 20 y 30 aspirantes. Los que superen este exigente test accederán a la fase final: el desarrollo de una unidad didáctica y su defensa ante un tribunal.

Una prueba segmentada

En lo que respecta a secundaria, la primera parte de la prueba consistió en acreditar conocimientos técnicos sobre la profesión que se aspira a ejercer. El caso es que ayer solo se sometieron a examen teórico los opositores que buscan una plaza en Xeografía, Inglés y Lingua Galega. El resto lo harán a lo largo del lunes, de mañana o tarde, en función de la disciplina seleccionada.

El resto del proceso en secundaria será similar al de la oposición de infantil, esto es, aquellos que superen este primer filtro, tendrán que superar una lectura de temas y una segunda prueba con unidad didáctica.

Nueva etapa

La oposición de ayer abre una nueva etapa en la función pública en Galicia. Después de un lustro de paralización total, debido a la norma que prohibía la reposición de plazas en las distintas administraciones como mecanismo para contener el gasto público, la Xunta ha decidido convocar 2.700 plazas de funcionario para este año, una cifra que se podría incrementar incluso en los presupuestos del 2018. A este ritmo, la maquinaria de la Administración autonómica podría recuperar su potencial humano en tres o cuatro años. No en vano, entre el 2011 y el 2016, su estructura adelgazó en 10.600 trabajadores, de acuerdo con los cálculos de los sindicatos.

Las bajas por fallecimiento, jubilación o renuncia han sido especialmente significativas tanto en la educación como en la sanidad, dos de las áreas que se comen la parte del la tarta de los presupuestos gallegos año tras año. De hecho, de los casi 90.000 funcionarios de la Xunta, 34.200 desempeñan su actividad en el ámbito sanitario y otros 34.037 lo hacen en el de la educación.

Los sindicatos han llamado la atención en numerosas ocasiones en los últimos tiempos sobre la necesidad de recuperar el pulso del gasto social ahora que la crisis empieza a remitir y el Gobierno gallego toma aire en materia financiera. Las futuras convocatorias de oposiciones serán un buen termómetro sobre ello.

Aspirantes de todas las edades y perfiles

El primero de los exámenes de la oposición al servicio de Educación de la Xunta dejó constancia de un hecho: la amplia variedad de perfiles que pretenden lograr una de las más de un millar de plazas convocadas. Aspirantes a profesor ya talluditos y con experiencia compartieron ayer pupitre con los más jóvenes recién salidos de la facultad. La Laboral de Culleredo, por ejemplo, acogió ayer la prueba más concurrida de todas las que se celebraron en la zona de A Coruña, y dio buena cuenta de una realidad que marcará el destino de esta convocatoria.