Bibiana Infante: «Los padres creen que si no son muy estrictos, si no castigan, educarán en el otro extremo, en la permisividad. No es cierto»

s. c. REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

La psicóloga experta en educación es defensora del «equilibrio como alternativa»

26 jul 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

¿Cómo se evita que la adolescencia no suponga una explosión de violencia en una casa? Si uno es muy permisivo corre el riesgo de que convertir a un hijo en un tirano; si es estricto, a que la rebeldía estalle el día menos pensado. Bibiana Infante Cano, psicóloga experta en educación, es defensora del «equilibrio como alternativa». Para ella eso es la Disciplina Positiva, de la que es presidenta en España y fundadora en Galicia.

-¿Qué le parece llegar a usar un cinturón contra un hijo?

-Suele ser por modelos de imitación. Aunque el cinturón es algo muy llamativo, el problema lo encontramos todos los días: los padres creen que si no son muy estrictos, si no gritan o castigan, educarán en el otro extremo, en la permisividad. Es la verticalidad en la educación, que produce niños sumisos o rebeldes, pero en todo caso con dificultades para muchas relaciones sociales.

-Pero si no hay verticalidad, hay horizontalidad, y eso provoca que un hijo se vea en nivel de igualdad con sus progenitores.

-Nuestra propuesta es la horizontalidad desde el respeto hacia los niños y de los niños hacia los padres. No tenemos un control férreo, sino que somos los líderes, los que guiamos y ayudamos, pero desde el respeto. Educar en el premio y el castigo es eficaz solo a corto plazo. Nosotros proponemos otra cosa que tiene un talante más preventivo y que sí ofrece límites a los niños, pero ellos se sienten escuchados porque importa lo que piensan.

-El niño no quiere hacer los deberes. ¿Cómo consigo que los haga con disciplina positiva?

-Poniéndonos en su lugar («ya sé que no te apetece»), pero dejando claro que hay que cumplir las normas («pero tienes que hacerlos»), y ofreciendo alternativas («¿cómo puedo ayudarte?»), y entonces el niño opina («no los quiero hacer ahora, ¿te parece después de merendar?»).

-Llega la merienda y pide cinco minutos más...

-Pues con palabras de ánimo y cariño, coges al niño de la mano y lo llevas a la habitación para que haga los deberes. Sin gritos.

-¿Y funciona?

-No se trata de un truco. Se trata de creer que tu hijo merece respeto, de ponerte en su lugar pero a la vez ser firme, enseñarle que hay cosas que tiene que hacer aunque no le gusten sin negar sus sentimientos (no decir «¡si los deberes son divertidos!», porque tal vez no lo son para él). En semanas se ven resultados, y claro que hay errores, gritos o un cachete, pero sabes que es un error y aprendes a evitarlo.