Miguel Ángel Escotet: «Queremos ser la gran universidad privada del noroeste y del norte de Portugal»

Rubén Santamarta Vicente
rubén santamarta REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

Miguel Ángel Escotet dirigirá la primera universidad privada de Galicia.
Miguel Ángel Escotet dirigirá la primera universidad privada de Galicia. MARCOS MÍGUEZ

El rector de la primera universidad privada de Galicia, la Intercontinental de la Empresa, asegura que no será «un centro para las élites económicas» porque «no hay afán de lucro». Hoy se da luz verde a los cuatro grados y dos posgrados con los que arrancará en septiembre

10 jun 2022 . Actualizado a las 07:13 h.

Ha sido casi de todo en más de 50 años de actividad profesional: tres veces catedrático, mano derecha de Federico Mayor Zaragoza en la Unesco, docente en tres universidades norteamericanas y otras tantas de América Latina, rector en una en Texas, secretario general de la Organización de Estados Iberoamericanos, viceministro, asesor del Banco Mundial, la ONU y la OCDE... Hasta gasolinero en Nebraska. Pero a Miguel Ángel Escotet (León, 1945) aún le queda algo que estrenar, algo que nadie había sido hasta ahora: rector de la primera universidad privada de Galicia, auspiciada por Abanca, aunque él rehúye esa vinculación. La Universidad Intercontinental de la Empresa empezará este septiembre a impartir docencia con cuatro grados y dos posgrados a los que hoy se dará luz verde definitiva en el Consello Galego de Universidades.

—Ya han iniciado la matriculación de alumnos. ¿Cómo va?

—No hemos podido abrirlo totalmente porque los títulos estaban en verificación, hasta este viernes [por hoy]. En todo caso, no queremos ser una universidad masificada, sino personalizada. Aquí no hay afán de lucro. Si hay beneficios, se reinvertirán en la universidad. Vamos a ser un centro que tenga al estudiante en el centro, en el que tengan asignaturas mixtas de todas las carreras, y luego las propias de esa carrera. Si fuésemos una universidad desparramada sería más difícil, pero al ser pequeña, los estudiantes pueden conocerse, compartir experiencias. Tendremos estudiantes de 8 horas, no de los que van a clase y se acabó. Esto conlleva una exigencia: tiene que ir a clase y participar en actividades paralelas, que no le califican en el plan de estudios, pero van a ser necesarias.

—¿Tienen que acudir a extracurriculares para poder titular? Igual no le interesan.

—Pues si no quiere hacerlas tendrá que cambiar de universidad. Este es otro modelo, en el que, las tutorías son obligatorias y no tenemos examen final, sí parciales (son tres semestres por curso).

—Ese nuevo modelo, ¿ha supuesto problemas para que la administración lo valide?

—Pues nos han aprobado y verificado sin condiciones todas las titulaciones. Somos una universidad pequeña, con poca gente, que ha trabajado día y noche para conseguirlo. 

—¿En qué modelos de universidades se han fijado?

—Digamos que es un modelo mío, tras años de estudio. Hay algo del modelo inglés por el mentoring y tutoring, que lo tienen Oxford o Cambridge. Eso hace que cada alumno tenga un profesor asignado, y cada docente un máximo de 25 estudiantes, para que los ayude en toda la carrera; y luego hay tutores de cada asignatura. Y esto lo combinamos con el sistema norteamericano, en el que el estudiante exige a la institución y al docente. Y ahí introducimos un concepto novedoso: el contrato de aprendizaje. No hay nada en España así. A cada estudiante se le hace un contrato, con la universidad y el profesor, con el plan de estudios, derechos, deberes, prácticas, metodología... Y se firma. Es un concepto nuevo, y por eso no podemos empezar con mucha gente.

—¿Son una universidad para la élite, por el precio de la matrícula?

—No. Un 15 % de los alumnos tendrán beca, por el 100 % de la matrícula, el 50 %, hay matrículas por renta... La idea es ser élite del conocimiento. Es una universidad pequeña, pero de mucha calidad, centrada en el alumno. Y estaremos pendientes de cada uno: si tú no cumples en el semestre, tendrás otro probatorio, y si tampoco cumples, te tienes que ir.

—¿Aunque el alumno siga pagando lo pueden echar?

—Sí, esto es así. Pero si tienes un sistema mentorizado, esto se reduce porque ayuda a que al estudiante lo vigilen y asesoren.

«Los métodos de enseñanza aquí son muy directivos y poco participativos: los alumnos van a clase, escuchan y ya»

—¿De dónde saldrán los profesores que darán esos grados?

—Algunos ya los teníamos del Ieside [el germen de esta universidad, un centro privado adscrito a la Universidade de Vigo]. En el área de ingeniería hemos contratado ya, tenemos algún doctor especializado en robótica, otro con una beca Madame Curie, gente que ha salido de Matemáticas en Santiago... Todos contratados siguiendo la ley de universidades privadas, con contratos indefinidos y dedicación exclusiva. Y luego habrá algunos docentes para asignaturas concretas que vienen de la empresa, gallega y nacional.  

—¿Les harán competencia a las universidades públicas gallegas?

—No, no tenemos nada que ver con ellas. Y en educación yo no creo en la competencia, como tampoco creo en la competencia en sanidad: o eres un buen médico o eres un mal médico. Y hay rectores que han dado apoyo al concepto de esta universidad.  

—Pero entienda que pueda haber recelos, por pelea por estudiantes o por fondos.

—Cuando yo era viceministro y teníamos que repartir fondos le llamábamos la noche de los mordiscos [risas]. Pero nosotros no vamos a recibir un euro público. Se piden fondos por volumen de estudiantes, y ese no va a ser nuestro problema, porque somos una universidad pequeña. Por lo que hay que luchar es por la calidad. Otra cosa es que nos interesa atraer estudiantes de fuera de Galicia, que podrían venir por nuestra oferta, porque no tienen universidades privadas. Estoy pensando en León o en Asturias. Queremos ser la gran universidad privada del noroeste y del norte de Portugal. Y crecer con estudiantes de Latinoamérica.

—Pero igual recogen a estudiantes que se irían a la universidad pública.

—Habrá que verlo. Pero en Galicia el problema es que los estudiantes se van a Madrid. Nosotros venimos a ayudar al sistema, porque todo lo que se haga en educación es insuficiente. Esto lleva a otra reflexión: en la universidad privada y en la pública lo que no se puede hacer es montar un modelo y luego no cumplirlo. No puede haber dos varas de medir.

—¿Cómo ve el nivel de la universidad en España? 

—Veo que tienen muy poca combinación de teoría y practica, que esta se concentra en el último año y hay que hacerla en todos los años. Los alumnos tienen que ver mucha práctica, como el modelo médico, desde el primer momento. En España muchas carreras son de una enorme teoría, siguiendo un sistema tradicional de enseñanza, orientadas a la sala de clase. Y otro problema: la productividad en investigación tampoco es muy alta. Hay buenos campos, como la biología y biomédica; la parte de ciencias es un área de conocimiento muy aceptada a nivel internacional, porque sigue ese modelo médico. El problema está en otras áreas del conocimiento, en el que la práctica está reducida al mínimo. Los métodos de enseñanza aquí son muy directivos y poco participativos: los alumnos van a clase, escuchan y ya.

—¿Están abiertos a que entren empresas privadas, incluso como socios?

—A acuerdos a nivel académico, sí. Lo otro no está descartado, pero no está sobre la mesa. Estamos abiertos a contribuciones, claro, pero el que lo haga tiene que saber que es a fondo perdido. Esto no reparte dividendos. Dígame dónde ha visto un banco que cree una universidad que no es comercial. Y no se puede vender, porque esto es una entidad sin ánimo de lucro.

«¿Que qué pasaría si la universidad no funciona? Pues en ese caso se podrá ceder, pero no vender»

—¿Y qué pasa si el banco se cansa de perder dinero?

—¿Por qué va a perder dinero?

—Porque no se pueda pagar gastos, porque no haya un número de matrículas suficiente... 

—Este es un proyecto casi personal desde hace años, compartido con la propiedad del banco [Juan Carlos Escotet, que es primo de Miguel Ángel Escotet], que actúa como mecenas y que casi se guía de manera altruista. Esto es lo que hay, y es perfectamente posible, porque no reparte dividendos. Y tenemos cierto capital, con patrimonio como edificios en tres ciudades (Vigo, Santiago y A Coruña). Otra cosa es que no funcione la universidad. Pues en ese caso se podrá ceder, pero no vender. Es verdad que en España muchas universidades privadas se han creado con empresas detrás que luego se han vendido, y se ha creado esa imagen sobre estas instituciones. Pero no es este caso, aquí no hay ningún fin oculto.

—¿Ustedes garantizan a quien acabe la titulación que tendrá un trabajo?

—No podemos garantizar eso. Porque uno no estudia para conseguir un empleo».

—Eso no es lo que piensan una mayoría al llegar a la universidad.

—Lo sé. Es un concepto que hay que romper. Trabajar viene después. El problema es que hay que aprender por aprender, ser un aprendiz permanente. Eso queremos inculcar: el aprendizaje no acaba cuando te gradúas. No podemos garantizar un trabajo, pero en Ieside [el centro que es germen de esta universidad] hemos tenido una inserción del 94 % en el grado, y de un 96 % en el posgrado.

«En el curso 2024-25 tendremos dos nuevas titulaciones y otra facultad más»

—¿Llegarán a estar en ránkings internacionales dentro de unos años, como ya están las universidades públicas gallegas?

—Es muy aventurado pensar en eso. Primero hay que querer meterse. Por ejemplo, Harvard está porque la ponen, pero no trabajan para ello. Nosotros tenemos que seguir nuestra hoja de ruta, con alianzas estables como la que tenemos con la London School of Economics, la Universidad de Tel Aviv, la de California, la de Nueva York, una en China...

—Poner en marcha esta universidad, ¿supondrá detraer fondos de Afundación para mantener su actividad sociocultural?

—No, para nada, ya teníamos Ieside, y Afundación funcionaba igual. Y ya hay una fundación para la Universidad Intercontinental de la Empresa, que es la que se encarga de ella.

—¿Habrá nuevas sedes fuera de Vigo, A Coruña o Santiago?

—Está descartado. Podemos tener centros satélites, como puede ser en Ourense o Lugo, pero de lo que ya tenemos en los grandes centros. Nuestro campus es Galicia, con una sede central en Santiago, donde estarán decanos y se harán las graduaciones. Podemos atrevernos, más adelante, a tener algún centro de educación ejecutiva en Madrid.

—¿Y titulaciones a futuro? ¿Ya sabe cuáles habrá?

—Aún es pronto. Estamos obligados [por la nueva ley de universidades]. Tenemos que incorporar una nueva área de conocimiento. Estamos explorando una nueva facultad, pero aún no podemos anunciarla. Para que empiece en el curso 2024-2025. Tendremos ahí también dos nuevas carreras.