«Las figuras de los grandes restaurantes parecen estar reservadas a los hombres»

Maruxa Alfonso Laya
m. alfonso CAMBADOS / LA VOZ

PONTEVEDRA

MONICA IRAGO

La sumiller asegura que cada vez son más las mujeres que eligen el vino en su establecimiento

22 abr 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Esther Daporta es una de las mejores sumilleres de Galicia, según el Instituto Galego do Viño. Lleva más de una década ocupándose de la sala del restaurante Yayo Daporta, en Cambados, y, aunque reconoce que el suyo es un trabajo en el que predominan los hombres, asegura que «nunca he tenido ningún problema por el hecho de ser mujer».

-¿La gente elige el vino o se deja aconsejar?

-Hay varios perfiles de consumidor. Hay uno que si no le pones su rioja de hace veinte años, ni lo va a entender, ni le va a parecer bien. Y ese consumidor no es menos por eso. Después hay gente más curiosa que se deja aconsejar. En un restaurante de este tipo vienen más predispuestos a probar cosas y ahí entra todo, desde el vino a la comida, incluso el plato crudo que no les gusta.

-No hay demasiadas mujeres al frente de la sala de un restaurante.

-Las figuras representativas en los grandes restaurantes parecen reservadas a hombres, quitando a dos o tres ejemplos. No hay chicas en los restaurantes porque no estudiaban hostelería. Ellas hacían administrativo o secretariado. Poco a poco se van desmitificando muchas cosas. La sociedad estaba castrada por el machismo y todavía lo está. Es una cuestión social, no es que las mujeres no tengan relevancia, es que no estaban. Hoy en día si piensas en una camarera, piensas en una de hotel, en limpieza. A las mujeres, en general, nos cuesta posicionarnos en todos los puestos, incluso en igualdad de condiciones. No estamos en una sociedad especialmente proteccionista con la mujer.

-El suyo sigue siendo un trabajo más reservado a los hombres..

-Sí, pero no pasa nada. En el restaurante llevo doce años y nunca he tenido ningún problema por el hecho de ser mujer y de ser sumiller. De hecho, me siento muy valorada en mi puesto por los clientes y por los compañeros de profesión.

-Dicen que hay vinos para hombres y para mujeres...

-La única diferencia que existe es la experiencia personal, teniendo en cuenta que la cata es completamente subjetiva y que el que diga lo contrario miente. Hay condicionantes, cada variedad desarrolla una serie aromática, pero la percepción de cada uno es diferente y no influye que seas hombre o mujer. Por ejemplo, el nivel de percepción del ácido acético en cada persona es distinto, a lo mejor a mí me tiene que oler mucho para notarlo y a ti con un poco te horroriza.

-¿Nos hemos pasado con el lenguaje en las catas de vinos?

-El vino es para beberlo. La cata está muy bien si vamos a hacer un análisis de algo. Si te pongo un vino complejo, que te cuesta beber, la copa te va a durar más y no te lo vas a beber de forma agradable. Porque yo ya te dije que era un vino muy bueno, que huele a no se qué y con eso te estoy sugestionando. Pero el vino tiene que ser fácil y accesible. La cata está muy bien para los que nos dedicamos a esto, pero para ti, como consumidor, lo importante es que esté bueno y que te guste. ¿Cómo lo hacen? Qué te importa.

-¿Quién pide el vino, el hombre o la mujer?

-Ahora mismo, al 50 %. Me vienen muchas parejas en las que elige ella y otras en las que se turnan.

-¿Cómo está el sector del vino gallego?

-Yo creo que está en muy buen momento que hay que aprovechar. Hay gente que está haciendo cosas muy, muy buenas y aprovechando las diferencias que tenemos con otras zonas. Los diferentes suelos, las variedades diferentes, los microclimas... todo eso da una singularidad a nuestros vinos. Y las denominaciones deben trabajar en esa línea, en buscar la diferenciación con otras zonas y no tender a la estandarización dando uniformidad a todos los vinos.