Marta Ortega, el día a día de una millonaria en A Coruña

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«Vanity Fair» dedica en su último número un reportaje que desvela los secretos de la hija de Amancio Ortega

19 dic 2014 . Actualizado a las 19:27 h.

La vida desconocida de Marta Ortega, así titula Vanity Fair el extenso reportaje que dedica a la discreta hija de uno de los hombres más ricos de España, Amancio Ortega, y que desvela el día a día de una millonaria en A Coruña. Casada con el jinete Sergio Álvarez Moya y con el que tiene un hijo, según explica la revista, solo tiene las típicas extravagancias de contar en la familia con la cuenta bancaria de la tercera persona más rica del mundo.

Marta Ortega es la hija que Amancio Ortega tuvo con Flora Pérez Marcote, a diferencia de sus hermanos Sandra y Marcos que son hijos de Rosalía Mera. Siempre vinculada a la ciudad herculina, actualmente reside en una casa en O Parrote, estudió en el colegio concertado religioso de Santa María del Mar. «Fui su compañero desde párvulos hasta los quince años. Se relacionaba muy bien, pero siempre iba pegada a su prima. No era nada tímida, aunque tampoco era una líder», recuerda para la revista un antiguo compañero. Terminó su formación en el prestigioso internado suizo Aiglon College, donde la matrícula, entre 52.000 y 80.000 euros, incluye el equipo de esquiar.

Durante su infancia, su abuela jugó un papel fundamental en la vida de Marta Ortega. «Es una mujer con una personalidad fuerte y con las cosas muy claras. Crió ocho hijos y pasó mucho tiempo con su nieta. Le hacía los vestidos de las muñecas, a pesar de que casi no tenía medios. Tiene un gran sentido de la estética, igual que Flora», asegura Vanity Fair.

Siempre alejada de los focos o manteniendo un perfil discreto en sus apariciones públicas, una amiga asegura que «aparece en las páginas de las revistas muy a su pesar». Y es que, según revela Vanity Fair, Marta Ortega acude cada día en su propio coche a trabajar en las oficinas centrales de Inditex en el mismo horario que el resto de empleados de la compañía -de nueve a siete-, vistiendo casi siempre de Zara aunque no puede, según explica un amigo, resistirse a contar con prendas «de Balenciaga, Valentino, Lanvin o Chloé». En las oficinas coordina a diseñadores, compradores, cazadores de tendencias y comerciales de 44 nacionalidades que trabajan en Zara Woman. Un antiguo miembro de su equipo la describe como « amable, pero muy seria con lo que hace. Su capacidad de aprendizaje es increíble».

No siempre ha dirigido la sección de Zara Woman. Marta Ortega empezó su formación en Inditex doblando ropa en una tienda de Oxford Street. Antes de recalar en las oficinas centrales que el imperio tiene en Arteixo, también recaló en Milán.

La hípica, su otra pasión

Pero no solo de moda vive Marta Ortega. Su otra gran pasión es la hípica contagiada por su marido, el jinete Sergio Álvarez. Apasionada también de la fotografía y de la literatura -le encanta enfrascarse en obras de Paul Auster, Haruki Murakami o Irène Némirovsky-, es habitual verla paseando por A Coruña acompañada de sus amistades, su marido o de su hijo.

Vanity Fair no solo se centra en su vida actual en la ciudad herculina. La revista se remonta años atrás para entender la personalidad de Marta Ortega. Ese año, la hija de Amancio Ortega quería conocer a unos de sus ídolos del momento, la modelo Kate Moss. Sin embargo, el encuentro no fue tal y como se esperaba ya que la británica no fue lo que se dice simpática con ella.

A pesar de la discreción que marca la vida de Marta Ortega, la hija del fundador de Inditex también tiene sus extravagancias. Una de las que ha trascendido tuvo lugar el día de su boda con Sergio Álvarez. El altar era obra del indio Anish Kapoor, uno de los escultores más influyentes del mundo y cuyas obras pueden llegar a costar 23 millones de euros. La decoración corrió a cargo del interiorista holandés Axel Vervoordt y los invitados bailaron al ritmo de Mark Ronson, productor de Amy Winehouse.

Otra de sus aficiones conocidas es invitar todos los veranos a su círculo más cercano a navegar en el yate de 30 metros de eslora de su padre, el Valoria, por el Mediterráneo. Sus Navidades son mucho más tranquilas. Tradicionalmente, Marta Ortega corre la San Silvestre y celebra la Nochevieja en el Rialto, un bar de copas situado en la Plaza del Ayuntamiento, muy cerca de su casa, donde reconocen a Vanity Fair que sus peticiones no suelen ser muy exclusivas.