La ilusión se había desbordado. Todo el mundo quería más, el Toto el primero, pero la derrota de Bilbao, con todos sus condicionantes, debe servir para poner en valor lo conseguido por el Celta esta temporada. Está a punto de certificar el sexto puesto y todavía no ha dicho la última palabra, pero sobre todo, lo ha hecho con el mejor fútbol de la Liga. La primera media hora de ayer es una obra de arte, coral y fiel a una filosofía innegociable.
Pero para hallar la dimensión real de lo alcanzado no debe olvidarse que este equipo perdió a dos jugadores fundamentales por el camino (Krhon-Dehli en verano y Augusto en diciembre), que ha coleccionado lesiones y tarjetas a lo largo de todo el curso y que ha afrontado un buen número de partidos con solo un central específico. Todo, en una plantilla de diecinueve.
La guinda sería asaltar Bilbao y seguir soñando, pero el mejor regalo es la forma de jugar de cada domingo.