El muradano Paco Dubert, de 87 años, lleva 54 en Bolivia, donde también da a conocer al club
28 may 2016 . Actualizado a las 10:43 h.En la zona de Yura, en Bolivia, sucede a nivel futbolístico lo mismo que en la mayor parte del mundo: los equipos españoles a los que todos conocen visten de blanco y de blaugrana. Sin embargo en el municipio de Totora quedan pocos que no hayan oído hablar del Celta e incluso tienen camisetas, banderas y pósteres firmados por sus jugadores. El responsable se llama Paco Dubert, nació en Muros hace 87 años y lleva como misionero en esa zona desde hace 54. Su celtismo siempre le ha acompañado.
«Cada domingo visito una comunidad y los lunes voy a un internado. Con Omar, el conductor, escuchamos las noticias de las radios de La Paz y con suerte a veces podemos enterarnos del resultado del Celta», comenta el sacerdote muradano. No solo ellos. «Por los lugares donde vamos no hay mucho tráfico, así que a nuestro jeep suelen subirse yureños que nos solicitan que les traslademos. Les llama la atención verme tan pendiente y se interesan por el Celta», cuenta satisfecho.
Su trabajo en Bolivia abarca una zona de 2.000 kilómetros cuadrados, con escuelas para los niños de menor edad en cada comunidad. En su contacto frecuente con estos pequeños lo primordial es la preocupación por que sus necesidades básicas estén cubiertas, pero también hay tiempo para el ocio y en ese ámbito el fútbol juega un papel clave. «La mayoría han oído hablar de Real Madrid y Barcelona, hasta los más pequeñitos. Hablando con ellos se enteran de que hay un equipo que se llama Celta y que juega contra ellos. En algunos lugares hay señal y podemos ver juntos los resultados», señala Dubert.
Incluso les consiguió unas camisetas a los chavales, equipaciones antiguas cedidas por el club gracias a la intermediación de la peña muradana Pepa Loba, que colabora activamente con los proyectos de Dubert. «Los niños estaban felices con sus camisetas e implementos deportivos celestes», relata con orgullo.
Desviando el coche en el Altiplano
Dubert tiene prácticamente en común con los celtistas a los que ha contagiado el hecho de no haber visto al Celta de cerca. En su caso, estuvo en Balaídos una única vez. «Fue contra el Sevilla y ganó el Celta. Pero me pongo muy contento cuando me entero de que ganamos», señala.
Todo lo contrario cuando no, aunque eso lo revela el presidente de la peña de su municipio, Marco Antón Loxo. «Houbo unha vez que o sobriño, que é membro da nosa peña, levaba tempo sen falar con el -algo habitual por los problemas con las comunicaciones- e cando contactaron notouno como desgustado. Pensou que eran cousas de alá e preguntoulle se tiñan algún problema ou algunha necesidade máis alá do habitual. Contestoulle: ?¿E logo que vai ser? ¡Que perdeu o Celta, home!?».
Loxo tiene mil y una anécdotas, algunas vividas en primera persona, pues llegó a viajar a Bolivia para conocer la labor a la que la peña contribuye. Asegura que Dubert nunca se cansaba de preguntarles detalles de la actualidad del Celta. Y no solo eso. «El sabe sempre a hora do partido e está pendente. Un día iamos polo Altiplano e desviámonos un pouco do camiño para captar a radio e escoitar o resultado. Chegamos algo tarde e a xente andaba preocupada por nós...», recuerda.
Otro día estaban en una comunidad esperando a que llegaran los vecinos de al lado: «Paco non paraba de mirar o reloxo impaciente, ata que lles dixo aos que estaban que mentres non viñan os outros iamos ao coche a escoitar unha nova moi importante de España: era o resultado do Celta». Cuenta también Loxo que uno de los ayudantes más cercanos del cura «sabe da súa paixón e métese con el dicindo que é do Coruña».
«Personas amigas» en Muros
Dubert tiene familia en su localidad natal, a la que retorna una vez cada varios años. En una de esas visitas, en el 2000, se encontró a los miembros de la peña viendo un partido del Celta en un bar, entre ellos su sobrino, que se los presentó. «Les pedí si podían colaborar para Totora K, en Potosí, y desde entonces nos están ayudando mucho. Son personas amigas con las que tenemos una relación constante».
Loxo lo corrobora. Empezaron ayudando para el comedor y acabaron siendo claves en la construcción de un internado. «Nacemos como asociación cultural, pero agora preferimos facer menos cousas no pobo e axudar máis a Paco». Aparte de la solidaridad, les une un celtismo sin el que nada de esto hubiera sido posible.