Aspas vuelve a la trinchera

Lorena García Calvo
Lorena García Calvo VIGO / LA VOZ

GRADA DE RÍO

m.moralejo

El moañés, más maduro que en derbis pretéritos, no ha marcado al Deportivo en partido oficial

22 oct 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

En el currículo de Iago Aspas abundan los derbis. Sufrió un par de ellos en Segunda y los ha vivido con intensidad en Primera. Desde que se convirtió en profesional se ha enfrentado en media docena de ocasiones al eterno rival y todos esos choques han tenido un nexo común: la intensidad que le pone el de Moaña, inherente a su forma de entender el fútbol, y su pelea con el gol cuando tiene al Deportivo enfrente.

La historia de Aspas y los derbis está cuajada de adrenalina y aderezada con ciertas dosis de frustración. En los dos partidos de Segunda tuvo que ver cómo su equipo era incapaz de ganar y cómo sus encontronazos con Colotto hacían correr ríos de tinta. Aunque fue en Primera donde vivió dos empates y otras tantas derrotas, cuando vivió su momento más amargo. Fue en la temporada 2012/13 cuando, con Riazor como testigo, tuvo un encontronazo con Marchena que le desquició, y acabó dándole un cabezazo, dejando a su equipo con uno menos desde el minuto 28 y recibiendo cuatro partidos de sanción.

Pero de aquel Aspas líder del vestuario celeste que peleaba con uñas y dientes y a veces con demasiada pasión por la salvación de su equipo al que ahora comanda el tridente de ataque de Berizzo hay un mundo. De distancia y de madurez. «Yo estoy más tranquilo, con los años uno va cogiendo más peso y responsabilidades en la vida y ahora lo tomo como algo más normal, por así decirlo. Sí es cierto que es un partido bonito e importante para todos, pero no dejan de ser tres puntos», sostiene el atacante.

El delantero del Celta se mantiene fiel a su forma pasional, casi visceral, de entender el fútbol. Pero con los años ha ido templando el genio y controlando los tiempos. «Es cierto que a veces estás más caliente dentro del terreno de juego, pero a mí me gusta ganar siempre y así espero seguir mientras pueda disfruta del fútbol».

El pasado habla de un Aspas a menudo sobrerrevolucionado cuando del Deportivo se trataba. Pero aquel Iago al que le costaba hacer buenos partidos contra los blanquiazules se suavizó lejos de Balaídos. Cuando regresó a casa tras su paso por el Liverpool y el Sevilla volvió a verse las caras con los herculinos con partidos aceptables pero que no tuvieron la bendición del gol. Casi todos los futbolistas tienen su bestia negra, y la de Aspas parece llevar camiseta blanquiazul, por más ganas que le pone.

El del Deportivo es el caso opuesto al Granada, el otro equipo de Primera al que Aspas guarda especial rivalidad. A los nazaríes les endosó cinco goles en dos temporadas, y equipos como la Real Sociedad, el Espanyol o incluso el Barcelona ya saben lo que es sufrir en más de una ocasión la pegada de Iago. De los clásicos de Primera se le resisten el Deportivo, el Atlético, el Málaga, el Betis, el Valencia y el Villarreal, aunque el céltico intentará que tras este fin de semana la lista sea más corta. «Espero poder marcar y que ayude a ganar al equipo». De su voz ha desaparecido la tirantez que precedía a los viejos derbis. Quedan la ilusión y las ganas bien entendidas. También la retranca. «Si mi hijo fuera del Deportivo lo viviría como en el anuncio de Abanca. A la batea».