Uruguay despide a José Mujica, un presidente carismático y polémico

Carlos Castillos MONTEVIDEO / DPA

INTERNACIONAL

Mujica recogió el viernes la bandera en su último acto oficial.
Mujica recogió el viernes la bandera en su último acto oficial. m. r. < / span>Afp< / span>

Fue una máquina de lanzar ideas, propuestas y sugerencias en sus permanentes apariciones públicas y a través de dos audiciones por radio semanales en las que hablaba de todos los temas

01 mar 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Uruguay se despide hoy de José Mujica, el carismático presidente que gobernó el país los últimos cinco años y que dejará una huella como personaje polémico, mediático e impredecible. Fue una máquina de lanzar ideas, propuestas y sugerencias en sus permanentes apariciones públicas y a través de dos audiciones por radio semanales en las que hablaba de todos los temas.

Eso le generaba dolores de cabeza a colaboradores, adversarios y hasta a la prensa, que a diario se veía sorprendida con modificaciones de la agenda y declaraciones inesperadas que, muchas veces, eran conversaciones en tono coloquial. «Dice cosas muy bien dichas y hermosas. Sin embargo, lo que sucede es que no sabe llevar eso a la acción concreta y eso fue lo que pasó durante su Gobierno», resumió el expresidente Jorge Batlle, del conservador Partido Colorado.

Su correligionario y dos veces presidente Julio María Sanguinetti complementó esa imagen. «El pueblo juzga más por lo que ve que por lo que comprende» y «el presidente Mujica es un paradigmático ejemplo de esa sociedad globalizada y mediática», declaró.

Más allá de las coincidencias o discrepancias con la gestión de Mujica y su persona, muchos coinciden, aunque no lo admitan públicamente, que logró desmitificar la figura del presidente de un país, históricamente reservada a hombres con formación universitaria. La familia de Mujica era de clase media, pero el exguerrillero devenido en presidente, que no cursó niveles de educación terciaria, conquistó a los pobres y más desamparados con un lenguaje llano y directo y una forma de vida austera. «Desacralizó el poder y rompió con los resabios elitistas», comenta el analista Adolfo Garcé.

Consciente del respaldo popular y el poder político que ello significa, impulsó la ley del matrimonio igualitario, la despenalización del aborto, la legalización de la marihuana y medidas contra la discriminación racial y a favor de las comunidades más desprotegidas. Fuera de fronteras se le conoce como «el presidente más pobre del mundo».