Alemania evita el sensacionalismo

ÚRSULA MORENO CORRESPONSAL / BERLÍN

INTERNACIONAL

Detalle de la zona comercial de la población de Montabaur, en el suroeste de Alemania, donde nació Lubitz y vive su familia.
Detalle de la zona comercial de la población de Montabaur, en el suroeste de Alemania, donde nació Lubitz y vive su familia. ROBERTO PFEIL | AFP

En la localidad natal del copiloto pocos son los que quieren hablar con los medios y muchos los que afirman que solo conocían de vista al joven nacido en el año 1987

28 mar 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

«No podemos curar el dolor, pero tenemos brazos, manos y corazones, con los que ayudar y estar del lado de los que sufren y mostrarles nuestra solidaridad». Con este propósito acudió ayer el presidente federal, Joachim Gauck, a la localidad de Haltern am See, que perdió a 16 jóvenes y dos profesoras de secundaria. Apóstol moral de la nación, teólogo y activista en la Alemania comunista, estaba en su elemento. Decidió interrumpir el martes su gira por Latinoamérica para regresar de inmediato a Alemania y mostrar su apoyo a las víctimas. Tres días después de la catástrofe acudió a un servicio ecuménico en esta pequeña localidad de 38.000 habitantes, acompañado de Hannelore Kraft, la primera ministra de Renania del Norte-Westfalia, la región germana que más víctimas tiene que lamentar.

En la Fiscalía de Düsseldorf, la capital, ondeaba la bandera a media asta. Desde aquí el fiscal daba a conocer que las autoridades habían hallado en el domicilio de Andreas Lubitz en Montabaur certificados médicos que constataban su baja laboral. Una vez más todas estas informaciones se dieron con la máxima cautela y respeto hacia el copiloto, sin caer en el sensacionalismo, algo que solo ha roto un medio de comunicación en el país, el populista diario Bild, que ayer titulaba su edición digital así: «Rompió su baja médica y emprendió el vuelo».

El resto de los medios no dio hasta ayer fotografías de Lubitz que no estuvieran pixeladas, ya que bajar imágenes de Facebook no se considera ético; y la mayoría quiso respetar los derechos de privacidad de un potencial homicida, «que también valen después de muerto», mientras la Fiscalía hace su trabajo, explicaba ayer un redactor jefe a esta corresponsal. La clínica de Düsseldorf, por su parte, no ha querido confirmar que el copiloto del avión de Germanwings sufría de depresiones, pero sí que el paciente estaba siendo tratado en este centro.

Mientras tanto, en la localidad natal del piloto, de 13.000 habitantes, en Renania-Palatinado, pocos son los que quieren hablar con los medios y muchos los que afirman que solo conocían de vista al joven nacido en el año 1987. Lubitz vivía más tiempo en casa de sus padres en Montabaur que en Düsseldorf, a 130 kilómetros y donde tenía su apartamento. El domicilio familiar es una casita idílica con jardín.

Enfermedades psíquicas

Muchos medios, empezando por Der Spiegel, aún advirtieron ayer de la ligereza de sacar conclusiones precipitadas y sobre todo de estigmatizar a todo aquel que sufre enfermedades psíquicas. Durante los últimos 30 años ha aumentado el número de pacientes que se tratan de trastornos psíquicos, pero no porque haya más casos sino porque se atreven antes a hacerlo público. También se debatía hasta qué punto está obligado un psicólogo a respetar la confidencialidad del paciente. En casos extremos pueden comunicar al empleador o la familia la gravedad del caso.

Mientras Lufthansa, considerada una de las diez aerolíneas más seguras del mundo, observa como su imagen se empaña, la profesionalidad de su personal sigue impertérrita. Tendrá que ver con el manual de 170 páginas que trabajadores y directiva tienen el deber de leer dos veces al año y que explicita con detalle cómo han de reaccionar frente a los medios ante una catástrofe. La tragedia afecta a Lufthansa justo en plena crisis, cuando enfrenta la competencia cada vez mayor de aerolíneas de bajo coste como Ryanair e Easyjet en trayectos cortos y de las compañías árabes en medio y largo alcance.