«El EI provoca a Occidente al destruir la identidad siria»

carmo lópez REDACCIÓN / LA VOZ

INTERNACIONAL

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El historiador Juan Luis Montero afirma que arrasan con todo lo que no pueden comercializar en el mercado negro

02 sep 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

«Esta mañana [por ayer] pude ver la fotografía por satélite que muestra lo que ha hecho los yihadistas del Estado Islámico en el templo de Baal, en Palmira, y desgraciadamente corrobora su destrucción. No se puede hacer nada». La voz de Juan Luis Montero Fenollós, experto en cultura mesopotámica y profesor de Historia Antigua de la Universidade da Coruña, denota su tristeza a través del teléfono: «La destrucción del gran templo de Palmira es total. Es desolador».

Una sensación parecida es la que inunda a los países de Occidente al ver cómo el Estado Islámico va destruyendo monumentos a medida que va conquistando ciudades. Primero fueron la biblioteca de Mosul luego las estatuas de Nimrud, en Irak, y la semana pasada Baal Shamin, también en Palmira. Y no puede calcularse con cuántos más ha acabado. Por no hablar de hechos como dar muerte a Jaled al Asad, el arqueólogo responsable de las ruinas de la ciudad en la que gobernó la reina Zenobia en el siglo III después de Cristo como urbe independiente del Imperio Romano.

«Lo que pretenden al destruir todo lo que no pueden llevarse para comercializar en el mercado negro y financiarse lo destrozan para provocar a Occidente, pero también para arrebatar la cultura y la identidad al pueblo sirio». Basta ver como sus billetes recogen impresos diferentes monumentos repartidos por el país.

La destrucción del Templo de Baal, dedicado al dios babilónico conocido como Señor, es desde luego una pérdida irreparable. «Hace días destrozaron también el de Baal Shamin, dedicado al dios fenicio que llamaban Señor de los Cielos. Fue una pérdida importante pero no tanto como el Templo de Baal», explica el arqueólogo que pudo recorrer varias veces las ruinas de ambos, algo de lo que ahora el EI ha privado a la humanidad . «Palmira es un oasis en medio del páramo. Formó parte de la Ruta de la Seda y está también en el camino al Éufrates que llega luego a Irak», describe también. Aunque la gran importancia de la ciudad es que refleja la unión entre Occidente y Oriente. «La arquitectura es romana, pero mantuvo los dioses locales tratando de hermanarlos con la tradición romana», dice.

Mártires por la cultura

Lo que no destruye el Estado Islámico es todo lo que puede llevarse. De hecho, antes de decapitarlo, el arqueólogo responsable de las ruinas de la ciudad fue torturado para tratar de sonsacarle dónde ocultaban los tesoros que habían puesto a buen recaudo antes de la entrada del EI. No fue el único mártir en pro de proteger la historia y la cultura de Palmira. Como le consta al profesor de la UDC «al menos han muerto media docena de arqueólogos tratando de salvar y defender sus tesoros».