Washington y sus aliados llevan años bombardeando objetivos en el interior del país. La diferencia, en todo caso, es que al menos Moscú cuenta con la autorización del todavía Gobierno legítimo
04 oct 2015 . Actualizado a las 05:00 h.No está claro si los líderes occidentales son realmente conscientes de lo irónico de sus críticas a la intervención rusa en Siria. Washington y sus aliados llevan un año haciendo precisamente eso mismo: bombardeando objetivos en el interior del país. Si acaso, la diferencia estaría en que al menos los rusos cuentan con la autorización del que todavía, a efectos de las leyes internacionales, es el Gobierno legítimo. Por supuesto, es eso lo que preocupa en Occidente: que la intervención rusa ayude a Bachar al Asad a ganar la guerra, pero también que esto pueda ser precisamente gracias a Vladimir Putin, designado casi oficialmente rival principal de Occidente en esta década.
Es en este contexto de guerra de propaganda en el que hay que contemplar la falsa polémica acerca de si los rusos están atacando al Estado Islámico o a los otros grupos de oposición a Al Asad. Rusia disimula cuando asegura que solo tiene intención de bombardear objetivos del Estado Islámico y Washington disimula cuando denuncia que los rusos se centran en los «rebeldes moderados». El objetivo de la campaña aérea rusa es, en primer lugar, proteger el bastión gubernamental de Latakia, en la costa mediterránea, para luego ir recuperando terreno al norte de Alepo, a lo largo de la frontera turca. No es un frente del Estado Islámico, efectivamente, sino de otras milicias, fundamentalmente el Frente al Nusra y Ahrar al Sham. Pero describir a estos como «rebeldes moderados», como hace Washington, produce sonrojo. Se trata de franquicias de Al Qaida y nada las distingue del Estado Islámico salvo que ocasionalmente se enfrentan a él por razones oportunistas y que, asombrosamente, tienen el apoyo de occidente.
¿Tiene posibilidades de éxito la operación rusa? Si algo ha quedado claro en estos años de intervenciones aéreas contra guerrillas en África del norte y Oriente Medio es que no suelen funcionar. Cuando Obama advertía ayer a Putin que Rusia podría «acabar empantanándose» hacía una predicción fácil. Es cierto que los rusos cuentan con algunas ventajas. A diferencia de la coalición liderada por Washington, sus objetivos son claros: hacer ganar la guerra a Al Asad. También disponen de «botas sobre el terreno», el propio Ejército sirio, algo que le ha faltado a la coalición internacional. Pero como decía Arsenio Iglesias «o outro equipo tamén xoga». Cabe esperar que los espónsores de las milicias yihadistas (Catar, Arabia Saudí, EE.UU.) intenten volver a equilibrar la pelea proporcionándoles material militar más sofisticado. Cuando advertía a Putin, Obama pensaba sobre todo en Afganistán -no el suyo sino el que se convirtió en un infierno para el Ejército soviético-.
Seguro que a Putin también se le ha venido a la cabeza en algún momento.