Los kurdos de Siria tensan la cuerda entre Turquía y EE.UU.

Laura Fernández Palomo AMÁN / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

BULENT KILIC | AFP

Erdogan critica a Obama y mantiene cerradas las fronteras

11 feb 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

No fueron aceptados por la oposición siria en las conversaciones frustradas de Ginebra por su proximidad con el régimen. Turquía no los quiere cerca de sus fronteras y contiene su expansión con una zona de separación entre Afrin y Kobane, al norte de Alepo. Pero ahora los kurdos están aprovechando la avanzadilla del régimen, con el apoyo ruso, para ganar posiciones en el norte, y quienes son el principal aliado de EE.UU. contra el Estado Islámico (EI) suponen otro escollo más en la maraña de alianzas que mueve el conflicto sirio. «Oiga Estados Unidos, ¿están ustedes de nuestro lado o del lado de las organizaciones terroristas Partido de la Unión Democrática (PYD) y YPG (brazo armado)?», cargó el miércoles el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, contra la alianza que mantiene Obama.

Para Turquía el PYD es la extensión siria de Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), milicia nacionalista con la que lleva enfrentada 40 años a la que considera una «organización terrorista», como la califican también EE.UU. y la UE. Pero Washington la desvincula de su conflicto interno, hecho que ha llevado al ministerio turco de Exteriores a convocar al embajador estadounidense cuando precisamente se intensifican los enfrentamientos entre Ankara y el PKK en Diyarbakir al suroeste turco. Sin embargo, Obama prima que hayan sido la única fuerza efectiva contra el Califato, tanto en Siria como Irak, mientras Moscú y Ankara utilizaban los bombardeos contra el EI para noquear a sus adversarios locales.

En esta gran ofensiva de Rusia y Damasco, por la que la ONU teme que 300.000 personas queden cercadas en Alepo, las YPG no han dudado en aliarse por estrategia, para combatir a los grupos islamistas y extendiendo sus conexiones, lo que no permitirá Turquía que les tiene prohibido desplazarse desde Afrin hacia la parte occidental. Es decir, hacia la histórica Rojava, donde han comenzado a asentar sus aspiraciones de autonomía desde que arrebataran Kobane del control de los yihadistas en junio de 2015. Las fuerzas kurdas han colaborado también con las recientes victorias del régimen sirio rodeando a los rebeldes del este y en la ocupación de las ciudades chiíes de Zahra y Nubl.

La población, que se siente atacada por todos los frentes, especialmente desde el cielo con la aviación rusa, huye con lo puesto. Ankara aseguró el miércoles que no llegaron nuevos desplazados a la frontera que mantiene cerrada y que no la reabrirá. «Hemos recibido hasta ahora en nuestro hogar a tres millones de sirios e iraquíes. ¿A cuántos has recibido tú? ¿En qué país?», reprochó Erdogan a Naciones Unidas. Miles de personas, entre 30.000 y 60.000, han quedado desplazadas, pero Turquía apuesta por alojarlos en un nuevo campamento dentro de Siria, con capacidad para 70.000 personas de Alepo. Desde el inicio de la campaña, a principios de febrero, el Observatorio Sirio de Derechos Humanos ha documentado más de 500 muertes entre los que, al menos, un centenar son civiles.