Las elecciones en Francia y Alemania condicionan el calendario del «out»

Cristina Porteiro
Cristina Porteiro BRUSELAS / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

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Berlín quiere calma, París busca un divorcio exprés y Roma reza para evitar un contagio

27 jun 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Los bailes y discursos políticos sobre la unidad en los que se han enfrascado los líderes europeos tras el brexit ocultan un hecho indiscutible: Nadie sabe cómo gestionar la salida del Reino Unido del club comunitario. Las consecuencias para el bloque pueden ser políticamente más devastadoras que el rechazo en el 2005 a la Constitución europea en Francia y Países Bajos.  El primer síntoma de la desbandada general está siendo la respuesta contradictoria de los líderes del eje franco-alemán, de nuevo distanciadas por los intereses encontrados. 

Alemania

Angela Merkel es quien marca los tiempos y Berlín ha decidido que el proceso ha de hacerse con calma y sin prisas. Toca repliegue. ¿A qué viene tanta parsimonia? Alemania tiene elecciones en el 2017. Los partidos en la coalición de Gobierno (democristianos y socialdemócratas) quieren evitar a toda costa  pronunciarse sobre cuestiones vitales para el futuro de la Unión antes de los comicios. Cualquier movimiento en falso puede bombear más gasolina a la formación euroescéptica AfD, que se está alimentando del rechazo ciudadano a los rescates y la fracasada política migratoria. Merkel está sometida a una gran presión interna. Necesita ganar tiempo para no enfrascarse en el debate sobre una mayor integración europea. Esa es la razón por la que también está frenando el avance en la unión bancaria. Con la salida del Reino Unido perderá a un socio importante para formar minorías de bloqueo para evitar que la UE se escore hacia políticas más proteccionistas, como demanda Francia, Grecia y Portugal.  

Francia

François Hollande necesita la firma de un divorcio exprés para que la incertidumbre y el euroescepticismo no se propague a través del canal de la Mancha. La apertura del debate sobre el futuro de la UE es la oportunidad del Gobierno galo de torcer la hoja de ruta perfilada por Berlín y escorarla hacia una mayor flexibilidad fiscal. París afronta un período político muy convulso. La reforma laboral de los socialistas ha prendido la mecha del descontento social a menos de un año de las elecciones presidenciales. El ultraderechista Frente Nacional (FN) disputará la victoria a los conservadores de Sarkozy, según los sondeos. Con Berlín apuntando hacia una dirección y París a otra, será difícil forjar una visión conjunta de hacia dónde dirigir la Unión. 

Italia

No hay que subestimar los riesgos que puede tener una salida sucia del brexit para Italia. El Gobierno de Matteo Renzi tiene elecciones en el 2018 y celebrará un referendo en octubre sobre las reformas constitucionales en el país. El miedo al contagio existe y es fundado. El Movimiento 5 Estrellas del cómico Beppe Grillo ya le ha arrebatado a su partido la alcaldía de Roma y la presión de la xenófoba Liga Norte obligará al italiano a apagar todos los fuegos encendidos antes de la votación. 

España y Visegrado

La UE sigue en vilo tras el resultado de las elecciones en España. Un vuelco político en la quinta potencia de la UE puede dejar a Berlín sin su último socio en el sur. El equilibrio de fuerzas ha desaparecido, el brexit lo ha volado por los aires. Los países de Visegrado (Eslovaquia, Hungría, Polonia y República Checa), temen que el poder se concentre en manos de Berlín.