El ascenso del poder en la sombra

I. Risco BRASILIA / DPA

INTERNACIONAL

FERNANDO BIZERRA JR | efe

Discreto y calculador a los ojos de sus adversarios, Michel Temer es impopular en las calles y sobre el pesa el lastre de no haber salido de las urnas

01 sep 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Al nuevo presidente de Brasil casi no se lo vio en público en las horas previas a su gran triunfo político. Discreto y calculador a los ojos de sus adversarios, Michel Temer no pudo evitar, eso sí, fotografiarse haciendo la señal de la victoria durante una recepción con atletas olímpicos poco antes de la destitución de Rousseff.

Con su ascenso definitivo a la presidencia, el hasta ahora vicepresidente y jefe de Estado interino Temer consumó su venganza política sobre la que fuera su aliada en una extraña coalición de Gobierno durante cinco años y medio. La caída de Rousseff está ligada al descalabro económico y a los escándalos de corrupción, pero también a las intrigas personales entre bastidores. La más simbólica de ellas la que mantuvieron la líder del PT y su antiguo escudero, un abogado católico de 75 años vinculado a las élites conservadoras.

Fue la ruptura entre ambos en marzo la que le dio la estocada decisiva a la primera presidenta de Brasil. Un adversario lo calificó como el «mayordomo de una película de terror» por su talante elegante e impoluto, y parco e indescifrable a la vez.

Temer se aupó al poder en gran parte gracias a las redes tejidas a la sombra a lo largo de más de tres décadas de vida política, primero en la metrópoli financiera São Paulo y luego en Brasilia. El político con raíces libanesas fue en el Legislativo donde empezó a urdir las redes de poder que hicieron que su partido dirija hoy la Cámara de Diputados y el Senado, aun cuando el PMDB no presentó un candidato propio a la presidencia desde 1994.

El nuevo jefe de Estado es impopular en las calles y sobre el pesa el lastre de no haber salido de las urnas. En julio, dos meses después de iniciada su presidencia interina, una encuesta le daba solo el 14 % de aprobación a su Gobierno.