En el filo de la navaja

Miguel-Anxo Murado
Miguel-Anxo Murado EL MUNDO ENTRE LÍNEAS

INTERNACIONAL

04 mar 2017 . Actualizado a las 09:09 h.

El rumor circulaba ayer en voz baja entre los miembros del equipo de François Fillon. Si mañana el mitin en París del candidato de la derecha tradicional no va bien, tirará la toalla. Se esperaba que lo hiciese el miércoles, cuando anunció que es inminente que le imputen por el asunto del sueldo oficial no justificado de su mujer. Había prometido que en ese caso se iría, pero sorprendió a todos reafirmando su candidatura contra viento y marea.

El viento de la opinión pública, en este caso, no está resultado tan fuerte como la marea de su partido. El escándalo ha dañado algo a Fillon, pero desde hace tres meses que sus índices de apoyo se mantienen en torno al 20 %. Si ha caído al tercer puesto en la carrera presidencial esto se debe, en realidad, al crecimiento del centrista Emmanuel Macron. El problema de Fillon no son sus votantes sino sus compañeros de partido, que han perdido la fe en sus posibilidades.

Visto retrospectivamente, quizá esas posibilidades nunca fueron muchas. Está claro que el electorado de centro no acepta a la derecha extrema que representa Fillon como antídoto de la extrema derecha de Marine Le Pen, que es de lo que tratan estas elecciones. Puede que esos votantes centristas optasen por Fillon en la segunda vuelta, pero sería sin entusiasmo; y el entusiasmo cuenta en política. Por eso, al aparecer Macron, el voto de centro se ha agarrado a él como un clavo ardiendo. De hecho, es en la segunda vuelta donde se le pronostica un resultado espectacular, no en la primera.

Porque el ascenso de Macron tiene algo de efecto óptico. En realidad, ha vuelto a donde estaba (23 %) después de haber bajado mucho. Es cierto que su partido, fundado hace menos de un año, cuenta ya con 200.000 afiliados, tantos como la derecha tradicional de Les Republicains y más del doble de los que tiene el Partido Socialista; pero también es cierto que se apunta uno gratis cliqueando en Internet. Con todo, sorprende que un político relativamente inexperto y no muy conocido haya logrado tanto en tan poco tiempo, aunque es lícita la sospecha de que lo ha logrado precisamente porque se le conoce poco.

Si Fillon se retira, ¿qué ocurrirá? En su partido van mal de recambios (o más bien de sobreros, porque en principio se trataría de buscar una víctima propiciatoria). Los problemas de Sarkozy con la justicia son mucho más graves que los de Fillon. Juppé, el otro peso pesado, ha dicho que no quiere; aunque la cosa puede acabar tentándole, en vista de lo nutrida que está la bolsa de voto de centro, la posición en la que juega él.

Pero más importante es la cuestión de a dónde irían a parar los votos de la derecha dura que representa Fillon. En Singapur hay un ordenador que calculó correctamente el resultado del referendo británico y la victoria de Trump. Ahora acaba de pronunciarse a favor de Le Pen. No es lo más probable, pero si es posible o no dependerá en gran medida de la gestión de esos votos que todavía son de Fillon.