Sus detractores recuerdan hoy a Fillon lo que proclamó en un mitin el 28 de agosto del 2016: «¿Quién se imagina al general De Gaulle imputado?». En aquel momento se refería a su rival en las primarias Nicolas Sarkozy, tras la petición de la Fiscalía de París para la apertura de juicio por la presunta financiación ilegal de su campaña del 2012. Ahora le exigen que se aplique el cuento. Cuando comenzó el escándalo en enero, Fillon aseguró que solo una imputación podría impedirle presentarse a las presidenciales. Después reculó y dijo que solo un veredicto de la Justicia podría truncar su carrera al Elíseo. El escándalo ha dinamitado las opciones del candidato honesto que prometía restaurar la ética en la política. Con su caída al tercer puesto en los sondeos, solo le quedan cuatro días para renunciar, algo que no se espera. Paradójicamente, los beneficiados, Le Pen y Macron, también están en la mira de los jueces.