Maduro en las últimas y a la deriva

Julio Á. Fariñas A CORUÑA

INTERNACIONAL

MARCO BELLO | Reuters

Los venezolanos y, ya no solo los de la oposición, también la inmensa mayoría de los chavistas de a pié, no están dispuestos a seguir aguantando la cleptocracia que comanda el actual inquilino del palacio presidencial de Miraflores.

25 abr 2017 . Actualizado a las 08:58 h.

Más de una veintena de muertos y cerca de un millar de heridos es el trágico balance provisional de las tres primeras semanas de movilizaciones masivas.

En el Caribe no hay estaciones climatológicas pero sí políticas. En las calles de Venezuela se vive una auténtica primavera que en varios aspectos recuerda la Primavera  Árabe, la  que  comenzó en Tunez hace siete años y sigue trágicamente viva en Siria. En el palacio presidencial de Miraflores se vive en otoño desde hace meses. Maduro, su actual inquilino, tiene complejo de hoja perenne, pero existen claros indicios de que está a punto de caer. 

A su podredumbre crónica se le está sumando el fuerte temporal que sopla desde la calle, cada vez con más intensidad, especialmente desde que a finales del pasado mes de marzo cometió su antepenúltima torpeza al activar un autogolpe de Estado y anular por vía judicial las competencias de la Asamblea Nacional, con mayoría abrumadora de la oposición, a la que ha venido ninguneando desde  el momento mismo de su constitución en enero del pasado año.

Su osadía,  el silencio cómplice de muchos países amigos de la región, que ya no lo son tanto o han sido anatemizados como enemigos, el clamoroso silencio de poderes facticos, como las Fuerzas Armadas ante los reiterados ataques a la Constitución Bolivarina de la que se proclaman custodios, los personalismos de algunos de los dirigentes  opositores y el empeño de otros por apostar exclusivamente por la vía institucional para afrontar la crisis galopante que azota al país, le han permitido al ungido lograr algunas victorias pírricas como la no celebración del Referendo Revocatorio planteado por la oposición. 

Huida hacia adelante

Esa permanente huida hacia adelante, sin afrontar los gravísimos problemas que padece el país, con actuaciones tan disparatadas como obscenas, tales como donar más de medio millón de dólares para los festejos del acto de toma de posesión de Donald Trump o el anuncio de la compra de 500.000 fusiles para armar sus milicias, no han hecho más que provocar fobia en una ciudadanía  harta de pasar hambre y de ver como se muere la gente por falta de medicinas, sin que acepte abrir un canal humanitario para recibirlas. Así se lo pusieron de manifiesto en una reciente visita al estado Bolivar, unonde los más chavistas, donde fue despedido a tomstazo y guebazo limpio.

Sus últimos exabruptos han sido el anuncio efectuado en su epístola televisiva dominical de que «tenemos que impulsar un proceso popular Constituyente, por la vía electoral, pacífica, para refundar la República a través de una Asamblea Nacional Constituyente popular de la clase obrera, de los campesinos, de los indígenas, de las amas de casa, de los pescadores, de los estudiantes». 

Diálogo de besugos

El mismo domingo en su programa Los domingos de Maduro, su versión del Aló Presidente del difunto Comandante, pidió a los ex presidentes mediadores en el proceso de diálogo entre el gobierno y la oposición que visiten el país «ya», porque «quiero conversar con ellos». Llamó a la oposición a «un diálogo a tiempo  para que «después no se quejen». La invitación  la hizo  extensiva al Papa Bergoglio para que siguiera acompañando el paripé de diálogo iniciado en octubre del 2016.

De que Zapatero y compañía se presten a escenificar algo que según todos los indicios volvería a ser lo que popularmente se conoce como diálogo de besugos, vistos los precedentes no se descarta. Menos probable es que el Papa Bergoglio le siga el juego. La oposición, menos, salvo que alguno de los que dicen serlo, se preste a entrar en el juego de una democracia a lo nicaragüense.

Si con estos fuegos de artificio piensa que va a lograr enfriar la calle, es un síntoma claro de que  Maduro vive en la inopia. De no ser así lo que haría sería liberar a los presos políticos, cesar a su fuerza de choque judicial,  empezando por Mikel Moreno, presidente del Tribunal Supremo, convocar elecciones regionales, municipales y presidenciales y dimitir de su cargo como presidente, dando paso a un gobierno provisional. Eso es lo que haría en circunstancias  similares cualquier cargo publico con dos dedos de frente y un mínimo de sensibilidad democrática No el caso.