Crece la brecha entre Trump y los senadores de su propio partido

adriana rey NUEVA YORK / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

MICHAEL REYNOLDS | EFE

El ex director de Inteligencia, James Clapper, culpa a la Casa Blanca de asaltar las instituciones

16 may 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Las grietas entre Donald Trump y el Partido Republicano son cada vez más profundas.

La decisión del presidente de despedir a James Comey como director del FBI fue la última de una serie de sacudidas que han enervado a senadores conservadores, hastiados de la volatilidad e impopularidad del mandatario. Figuras como Lindsey Graham o Susan Collins ya han mostrado públicamente su ruptura con Trump, pidiéndole las cintas que supuestamente grabó durante su cena con Comey. Otros lo hacen en privado, quejándose porque el último movimiento del magnate les impediría forjar una agenda más tradicional y, por tanto, pone en peligro su futuro político.

Cuando el Congreso y la Casa Blanca son controlados por el mismo partido, los legisladores generalmente tratan de usar todo el peso de la presidencia para alcanzar las prioridades legislativas a través de una visión coordinada, pero nada de esto ha sido posible con Trump. El caos político en Washington ha llevado a altos funcionarios de inteligencia como James Clapper a culpar a la Casa Blanca de poner «bajo asalto» a las instituciones de EE.UU., ya que el tumulto es lo que siempre pretendió Vladimir Putin. En este escenario, el líder de la minoría demócrata en el Senado, Chuck Schumer, amenazó con bloquear la votación del nuevo jefe del FBI, negándose a votar hasta que sea nombrado un fiscal independiente que investigue los lazos del presidente y su entorno con el Kremlin.

«No hay necesidad», dijo el portavoz Sean Spicer desde la Casa Blanca, donde tras semanas de pésima comunicación, el presidente se estaría planteando una remodelación. Una especie de reinicio que podría acabar con figuras tan cruciales como el propio Spicer, o su asesora Kellyanne Conway. La desconfianza entre Trump y Spicer habría llegado a tal punto que, según The New York Times, el presidente no le avisó del despido de Comey hasta poco antes de hacerlo público. No fue el único. Tampoco informó a su jefe de estrategia, Steve Bannon, quien cada vez tiene menos influencia en un ala oeste donde reina un ambiente «paranoico», según varios funcionarios.

En el caso de Conway, su indiscutible lealtad se está poniendo en duda después de que los periodistas Joe Scarborough y Mika Brzezinski hayan revelado un capítulo que no la deja en buen lugar. «No creo en este tipo. No es más que un simple cliente. Hago esto por dinero», habría dicho. Según ambos presentadores, Conway demostró su verdadera cara en campaña electoral. «Necesito una ducha», dijo a micrófono cerrado tras defender a Trump de sus comentarios denigrantes contra las mujeres.