Venezuela, tras el contundente resultado del plebiscito: y ahora ¿qué?

JULIO Á. FARIÑAS A CORUÑA

INTERNACIONAL

CARLOS GARCIA RAWLINS

Ante el masivo respaldo de los venezolanos a la convocatoria de la oposición para tratar de abortar por la vía pacífica la deriva totalitaria de Maduro y su cohorte de cleptócratas, son muchos los que se preguntan: ¿y ahora, qué?

17 jul 2017 . Actualizado a las 22:20 h.

El resultado arrojado por la consulta popular, referendo  o plebiscito del domingo ha superado las expectativas más optimistas de los convocantes: 7.676.894 venezolanos, 8.482 de ellos afincados en Galicia, han acudido a los 2.030 Puntos Soberanos - centros de votación habilitados en plazas e iglesias de todo el país- y en 602 ciudades de 75 países de todo el mundo, es claro y contundente,  muy similar al de las elecciones parlamentarias de diciembre de 2015 que la oposición había ganado por goleada.

Si desde entonces todo ha ido a peor en Venezuela, después del obtenido el pasado domingo no se pueden esperar milagros. Sus consecuencias prácticas van a depender, en buena medida, la resistencia de la ciudadanía, de cómo lo gestione la oposición y de cómo se encuentre la correlación de fuerzas en el seno de un poder militar del que la cúpula o al menos una parte de la misma se está poniendo las botas, a costa de la miseria de la gran mayoría de la población.

Sin sorpresas

Este resultado si a alguien no ha pillado por sorpresa fue a los destinatarios del mensaje: el gobierno de Nicolás Maduro, que no ha escatimado recursos para minimizarlo incluido el empleo de la violencia -el balance provisional es de al menos un muerto y cuatro heridos graves- y que ya han puesto en marcha un burdo plan para deslegitimarlo. Así, antes de conocerse oficialmente los resultados ya salió a las redes sociales el locuaz Jorge Rodríguez, el Goebbels del madurismo, presumiendo de que tienen un vídeo en el que, según él, se ve a un ciudadano de Caracas votando en 17 puntos distintos. Habrá que escuchar también la versión de los expresidentes Andrés Pastrana, (Colombia) , Jorge Quiroga (Bolivia), Vicente Fox (México), Laura Chinchilla (Panamá) y Miguel Ángel Rodríguez (Costa Rica) que fueron testigos de la jornada de votación.

Vinculante o consultivo

Sobre el valor jurídico del plebiscito del domingo hay opiniones para todos los gustos. Unos consideran que el resultado es vinculante y puede dar pie a que la Asamblea Nacional vote de inmediato la destitución de Maduro y otros, que es meramente consultivo.

En cualquier caso, lo que sí deja claro es que si el gobierno de Maduro sigue adelante con su empeño para votar el próximo día 30 la elección de los casi 600 miembros de su Asamblea Nacional Constituyente, el respaldo que debería conseguir, esquizofrenias aparte, no debiera ser mayor que la diferencia entre el censo oficial de ciudadanos con derecho al voto que acuden a las urnas -como máximo unos 12 millones (el 80 % de un censo de 15 millones, en números redondos) y los que respaldaron el plebiscito.

Pero eso a un demócrata convicto como Maduro parece no preocuparle demasiado, porque los constituyentes -al menos la mayoría necesaria- ya están designados y las decisiones que habrán de tomar para legitimar un régimen totalitario que les permita seguir adelante con su robolución, ya están pergeñadas y listas para ser objeto, como mucho, de meros retoques formales para guardar las apariencias.

¿Rectificará Maduro?

 ¿Puede rectificar Maduro y renunciar a eso que llaman constituyente, como según algunas informaciones le recomienda últimamente Rodríguez Zapatero, su asesor áulico? Todos los datos disponibles apuntan que es la hipótesis menos probable.

La trayectoria de este siniestro personaje desde que fue ungido como sucesor por el Comandante Eterno se ha caracterizado por una deriva totalitaria inspirada por el castrismo más rancio, que se impuso a otros aspirantes, como Diosdado Cabello y el propio Adán Chávez. Paradójicamente lo que entonces resultaba más preocupante para algunos opositores era su perfil como sindicalista que veían en él al Lula venezolano.

El clan madurista, al que Diosdado se vio forzado a incorporarse, hace tiempo que es consciente que no cuenta con el respaldo popular necesario para medirse en las urnas con una oposición más fuerte y organizada que nunca, que lleva más de 100 días de presión en la calle, soportando una feroz represión. La única salida que le queda es la huida hacia adelante esperando tiempos mejores, sin tanto protagonismo mediático y con una población cada vez más hambrienta y diezmada por la diáspora.

¿Hay salida con este panorama? Cada vez son más los analistas que coinciden en que sólo una tenaz resistencia de los venezolanos y un riguroso cordón sanitario internacional que aísle política y económicamente al régimen puede acabar con el actual estado de cosas.