Tsipras asegura que él y Trump comparten «valores comunes»

Adriana Rey NUEVA YORK / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

MANDEL NGAN | AFP

El presidente de EE.UU. abrió la Casa Blanca al líder griego

18 oct 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuando el presidente Donald Trump se sentó el martes a dialogar con el primer ministro griego, Alexis Tsipras, lo hizo sin olvidar ni un solo segundo que el jefe de Syriza, partido hermano del español Podemos, era el mismo hombre que un año atrás lo había llamado «diablo». Es difícil que hubiese olvidado que el heleno advirtió a sus ciudadanos sobre la corriente de ideas «malvadas» que Trump representa y que no están alineadas, a su juicio, con la democracia occidental. «Espero que no se produzca», dijo Tsipras en 2016 tras ser preguntado por una hipotética victoria trumpiana.

Pero la abierta hostilidad que manifestó entonces ante la pretensión del neoyorquino de llegar a la presidencia de EE.UU., contrastó ayer con un conciliador e incluso cálido encuentro entre dos líderes que se parecen mucho más de lo que en un principio dirían sus respectivas ideologías. Y es que, a pesar de que defiendan lo más extremo de la derecha y de la izquierda, ambos son el resultado del triunfo del populismo a ambos lados del Atlántico. «Tenemos valores comunes», reconoció Alexis Tsipras tras ser preguntado por sus comentarios sobre el entonces candidato republicano.

«No olviden que los valores democráticos nacieron en Grecia y ahora sustentan la cultura estadounidense. El presidente (Trump) continúa ahora esa tradición», pontificó el primer ministro griego en la rueda de prensa desde el Rose Garden de la Casa Blanca, en Washington. Trump no se hizo el ofendido. Corrió un tupido velo y justificó las críticas pasadas del líder griego asegurando que «muchos países estaban muy nerviosos al principio». Fue así como el magnate confirmó que ambos líderes se necesitan.

El encuentro es un cruce de conveniencias. Tsipras depende de la ayuda internacional para levantar a su país sumido en una profunda crisis económica y, en este sentido, una buena relación con EE.UU. parece fundamental, teniendo en cuenta el poder de veto efectivo que posee la primera potencia del mundo sobre las decisiones del Fondo Monetario Internacional (FMI), organismo que horas antes había alabado las reformas fiscal y de las pensiones promovidas desde Atenas. «Reafirmamos totalmente nuestro apoyo a un plan responsable de alivio de la deuda», dijo el inquilino de la Casa Blanca en lo que se interpretó como un rotundo espaldarazo a la petición que Tsipras había trasladado a sus acreedores internacionales.

La cercanía en terreno económico se trasladó al plano militar y geopolítico, teniendo en cuenta que EE.UU. ve en Atenas a un aliado relativamente estable en el sudeste de Europa, ante la amenaza creciente de una Turquía con la que mantiene un enfrentamiento cada vez más amargo. Es más, Grecia se ganó el favor de la Administración Trump tras saberse que el Ejecutivo heleno gasta más del 2% de su Producto Interior Bruto (PIB) en defensa. Tanto es así que a, pesar de sus problemas financieros, Grecia es el segundo país de la OTAN después de EE.UU., en porcentaje de gasto.

La primera reunión bilateral de los considerados arquetipos del populismo de izquierdas y derechas, evidenció por tanto que las relaciones son ahora bastante mejores de lo que fueron en décadas pasadas, cuando el mensaje antiamericano dominaba la política griega.