El testimonio de la guerra desde la capital de Ucrania: «Me despertaron las bombas, hicimos una mochila en un minuto y salimos huyendo»

Gladys Vázquez REDACCIÓN / LA VOZ

INTERNACIONAL

Dmytro Milevskyi es ucraniano y vivió durante varias temporadas en España cuando era niño
Dmytro Milevskyi es ucraniano y vivió durante varias temporadas en España cuando era niño

Dmytro Milevskyi, especialista en márketing digital ucraniano que vivió durante varias temporadas en España, relata cómo fue la madrugada en Kiev: «Vivimos a tres kilómetros de unas instalaciones militares»

24 feb 2022 . Actualizado a las 19:05 h.

Dmytro Milevskyi todavía no da crédito a lo que sintió en plena noche. Eran las cinco de la madrugada cuando se despertó y vio el resplandor de las bombas desde la ventana de su vivienda en Kiev. Este especialista en márketing digital ucraniano de 23 años mantiene que en el país eran conscientes de lo que podía suceder, pero que «nadie está preparado» para lo que están viviendo. «Vivo y trabajo en Kiev desde hace seis años. Yo soy de un pueblo pequeño cercano a la capital, donde nací y viven mis padres biológicos. Me trasladé a la capital cuando empecé a estudiar en la Universidad». Dmytro hace este matiz porque en su fluido español todavía se detecta algún rasgo del acento andaluz. Y es que de niño vivió en la localidad cordobesa de Lucena. 

«Todos llevamos un mes con lo que llamamos "conversaciones de cocina". Nos juntábamos en familia y hablábamos de lo que leíamos en las noticias, pero eran charlas. Parece que no estábamos tan preocupados, ni siquiera éramos conscientes de que podría ocurrir de forma repentina. Teníamos presente de que estaba ahí, pero no cuándo pasaría».

Su relato estremece a medida que lo desarrolla. La vivienda de Dmytro y su esposa en Kiev está solo a tres kilómetros de una zona militar. «Es una instalación regional y, por lo que supe después, lanzaron bombas por todos los puntos del país donde hay estructuras de este tipo. Los sonidos me despertaron». Más allá del sonido estaba lo que pudo ver después. «Se veía como una luz roja. Era el resplandor de las bombas y la trayectoria que llevaban. Enseguida empecé a leer las noticias y ya entendí que esto sí había ocurrido».

Lo que Dmytro y su esposa hicieron a continuación fue hacer una mochila de forma fugaz. Emplearon solo unos minutos para recoger lo imprescindible: documentación, dinero y unos pocos enseres. Dice que su experiencia como montañero le hace ser consciente de lo que necesita «pero no, el de hoy no era un día cualquiera». «Nos fuimos con mi hermano y su novia en su coche de Kiev», relata sobre la huida precipitada que terminó con los cuatro atrapados en la carretera. Las salidas de la capital de Ucrania estaban colapsadas. «Tardamos tres horas en hacer un recorrido que normalmente hacemos en una». Eso fue solo salir. El destino era una zona que ahora mismo parece más segura. Desde esta mañana están en Lviv (Leópolis), al oeste del país y a 550 kilómetros de Kiev, donde unos amigos les han acogido. «Pensamos que esta es una ciudad segura porque está alejada de la capital y del este de Ucrania, donde ya está instalada la guerra. Eso sí, ya hemos salido a la calle y la verdad es que jamás había visto esta ciudad tan vacía. Todos los establecimientos, tanto los bares como las tiendas, están cerrados». 

Mientras hace este relato, se le corta la voz y se plantea qué van a hacer durante las próximas horas. No pierden detalle de las noticias a través de los medios y a estas alturas ya no saben si eso les está perjudicando en el ánimo. «Tenemos muy presentes a los que hemos dejado atrás. Nadie sabe lo que va a suceder en el país en las próximas horas. Estamos aquí y seguimos esperando información oficial del Gobierno y lo que debemos hacer». Mientras, están preocupados por algunos amigos, aunque muchos han dejado ya la capital, como ellos. «Nos preocupa en concreto una amiga que está cuidando a su abuela.

Por su salud, no se pueden mover. Están en Kharkiv, que es la segunda ciudad más importante de Ucrania -a 400 kilómetros de Kiev-». Una urbe que,a su vez, está a 60 kilómetros de la frontera con Rusia. «No puede dejar a su abuela, pero la mayoría de los amigos que están en esa ciudad también la han dejado esta madrugada tras escuchar las alertas».