Los palestinos aceptan participar en un acuerdo de paz entre Arabia Saudí e Israel

Mikel Ayestaran ESTAMBUL/COLPISA

INTERNACIONAL

Benjamin Netanyahu, primer ministro de Israel.
Benjamin Netanyahu, primer ministro de Israel. RONEN ZVULUN | Reuters

La negociación coincide con el 30 aniversario de la conferencia de Oslo y podría significar el final de una solución con dos Estados

08 sep 2023 . Actualizado a las 10:50 h.

«Estamos a punto de presenciar un giro de la historia», declaró hace un mes Benjamín Netanyahu cuando le consultaron sobre un posible acuerdo de normalización de relaciones con Arabia Saudí.

Desde la firma en el 2020 de los Acuerdos Abraham con Emiratos Árabes Unidos y Baréin, el Estado judío ha normalizado relaciones con Marruecos y Sudán, pero el gran objetivo del primer ministro siempre ha sido Arabia Saudí, potencia energética y faro religioso del mundo árabe. Este «giro de la historia» coincide con el 30 Aniversario de los Acuerdos de Oslo y enterraría por completo la política de boicot oficial a Israel que aplicaban los árabes como medida de presión hasta la creación de un Estado palestino.

A diferencia de lo ocurrido en el 2020, en este caso la Autoridad Nacional Palestina (ANP) habría cambiado de estrategia a la hora de afrontar la paz entre saudíes e israelíes. Los palestinos acusaron entonces a Emiratos Árabes, Baréin, Marruecos y Sudán de asestarles «una puñalada por la espalda». Ahora, según revelaron fuentes diplomáticas al diario The New York Times, estarían dispuestos a rebajar el tono a cambio de recibir más ayuda económica desde Riad y concesiones de tierras en Cisjordania por parte de Israel.

Este punto se antoja utópico teniendo en cuenta el actual Gobierno judío. Donald Trump fue el primer impulsor de esta política de normalización y ofreció importantes contraprestaciones a los países árabes que aceptaron. Desde la Casa Blanca insisten de manera oficial en que no esperan «ningún anuncio inminente ni avances en el próximo período», según el asesor de seguridad nacional, Jake Sullivan, pero los movimientos diplomáticos son permanentes e incluyen a la parte palestina, algo que no sucedió con Trump.

Estados Unidos es el eje sobre el que pivota esta negociación a tres bandas que coincide con un momento clave en la región, ya que Riad acaba de recuperar sus relaciones con Irán, bastión del Islam chií y gran enemigo de Israel.

Tras comprobar el alto precio que están dispuestos a pagar los estadounidenses, que en el que caso de Marruecos reconocieron su soberanía sobre el Sáhara, los saudíes exigirían nuevos acuerdos para la compra de armas de última generación y apoyo para poner en marcha un programa nuclear con fines civiles.

El acceso de Riad a la tecnología nuclear es uno de los puntos que más preocupa a Israel, que no confía del todo en los planes del príncipe heredero Mohamed Bin Salman. «No pondría la mano en el fuego por ninguna de las dos partes en este acuerdo. Queda claro que los líderes árabes dan la espalda a la causa palestina. Hemos pasado del ofrecimiento del 2002 de la Liga Árabe para reconocer Israel en las fronteras 1967 a cambio de la paz, a no exigir Estado palestino alguno», opina el analista de política internacional Ezequiel Kopel.

En opinión del autor de libros como Medio Oriente, lugar común, lo que consigue Estados Unidos es una «paz fría», ya que «es cierto que los dictadores de árabes pactan con Israel por motivos económicos y de seguridad, pero también lo es que sus pueblos no aceptan esta normalización». El posible acuerdo de Israel con Arabia Saudí se produce en el treinta aniversario de los Acuerdos de Oslo.

El primer pacto firmado entre palestinos e israelíes desde el establecimiento del Estado judío en 1948 lo protagonizaron Isaac Rabin y Yaser Arafat y era en realidad una hoja de ruta que fijaba un plazo de cinco de años para pactar un marco definitivo que ayudara a resolver el conflicto. Esto nunca se ha producido.

Una ANP diluida

En estos años se ha disparado la ocupación israelí, un ultranacionalista judío asesinó a Rabin, estalló la Segunda Intifada, Arafat estuvo cercado en la Muqata de Ramala y falleció a los pocos años, los israelíes se retiraron de Gaza, Hamás ganó las elecciones palestinas y luego se hizo con el control de la Franja por la fuerza y los israelíes han realizado varias campañas militares en Gaza.

La ANP se ha diluido y su autoridad apenas rebasa los muros del edificio presidencial de un debilitado Mahmud Abás. Oslo nació como un acuerdo transitorio, pero se ha perpetuado como el sistema que rige la vida de los palestinos en los territorios ocupados. No hay atisbos de una solución de dos Estados y el sector ultranacionalista sionista, ahora en el Gobierno, apuesta por la anexión de los territorios bíblicos de Judea y Samaria.

Ninguna de las dos partes celebra un aniversario como el de Oslo, pero Israel comprueba que con el paso de las décadas la ocupación avanza sin que esto suponga un problema para normalizar relaciones con países árabes. La entrada de la Autoridad Nacional Palestina en la negociación de un posible acuerdo con Riad «es un error estratégico», en palabras a The New York Times del político opositor palestino Mustafa Barghouti, ya que «no van a conseguir nada (...). Cualquier nueva normalización sólo consolidará un sistema de apartheid y ocupación».