Encuentro con el cometa negro

Marcos Pérez marcos@casaciencias.org

LA VOZ DE LA ESCUELA

En los próximos meses podremos contemplar cómo el astro despliega su espectacular cola

24 sep 2014 . Actualizado a las 10:39 h.

A 440.000 kilómetros de la Tierra, en un lugar perdido entre las órbitas de Marte y Júpiter, la pequeña sonda Rosetta se acerca lentamente al cometa 67P/Churyumov?Gerasimenko. Desde allí envía fotografías de una calidad asombrosa que muestran un astro de apariencia irregular cuya superficie es más oscura que el carbón. Los científicos de la ESA estudian ahora el lugar más apropiado en el que posar, por primera vez, un módulo de aterrizaje que recoja sobre el terreno datos sobre la estructura y composición del cometa. En los próximos meses, a medida que el C-G se acerque al Sol, podremos contemplar en directo cómo la superficie helada comienza a evaporarse y el cometa despliega su espectacular cola.

Los cometas son pequeños astros compuestos por agua helada y fragmentos de roca, todo ello recubierto de una fina capa de polvo interplanetario. Su tamaño rara vez supera los 20 kilómetros, pero el número de los que se acumulan en los confines del Sistema Solar es inmenso. De vez en cuando uno de estos cometas pierde su órbita y cae hacia el Sol describiendo una trayectoria elíptica. A medida que se acercan, el calor de la estrella comienza a evaporar los gases que permanecían congelados en el núcleo y aparece una tenue atmósfera que los astrónomos llaman «coma». La radiación solar empuja parte de esta atmósfera convirtiéndola en una cola cuya longitud puede llegar a triplicar la distancia entre la Tierra y el Sol. Desde nuestro planeta podemos llegar a distinguir, incluso a simple vista, la coma y la cola de los cometas que pasan cerca de nosotros. Sin embargo, el núcleo es tan pequeño y oscuro que para estudiarlo es necesario enviar sondas que se acerquen a ellos cuando aún permanecen fríos. Es un viaje largo y peligroso, que en el caso de la Rosetta ha durado más de diez años y le ha llevado a recorrer una distancia superior a la que separa el Sol de Plutón.

En noviembre de este año, el módulo de aterrizaje Philae se desprenderá de Rosetta y caerá por su propio peso, atraído por la leve gravedad del cometa. Llegará al suelo a una velocidad similar a la de una persona caminando, pero aún así dispone de unos amortiguadores en las patas para suavizar el impacto. A fin de evitar que salga rebotado un pequeño arpón se clavará en el hielo y lo dejará anclado al cometa. Una vez allí sus diez instrumentos tomarán datos sobre la composición, temperatura, estructura y propiedades magnéticas del Churyumov-Gerasimenko. La misión de Philae tiene una duración prevista de una semana, aunque es posible que el pequeño módulo siga operativo durante meses.