El misterioso caso del plástico marino desaparecido

Paco Franco del Amo pacofranco2@gmail.com

LA VOZ DE LA ESCUELA

Según los datos de la expedición Malaspina, la superficie del océano contiene menos residuos plásticos de lo que se creía

15 oct 2014 . Actualizado a las 11:22 h.

La producción de objetos de plástico, omnipresente en nuestras vidas, no para de crecer. Como resultado, cada año producimos más y más basura sintética. Teniendo en cuenta que el océano se ha ido convirtiendo en una especie de vertedero global, gran parte de su superficie debería estar cubierta por densas balsas de plástico. Pero, sorprendentemente, no es así. La cantidad de residuos plásticos que flotan en el mar no ha sufrido un aumento significativo desde los años ochenta del pasado siglo. Según datos de la Academia Nacional de Ciencias de los EE.UU., durante los setenta se vertían al océano 45.000 toneladas de plástico al año. Teniendo en cuenta que la producción mundial se ha quintuplicado desde entonces (en el 2010 se fabricaron ¡265 millones de toneladas!), la cantidad de plástico que flota en océano abierto debería ser del orden de centenares de miles de toneladas. Pero, según los datos de la expedición española de circunnavegación Malaspina 2010, la cantidad global de plástico en la superficie del océano abierto es de decenas de miles de toneladas, es decir, una cantidad cien veces inferior a la esperada. ¿Qué esta pasando? ¿Será que (¡por fin!) el reciclaje y el consumo responsable han ganado la batalla? Demasiado bonito para ser verdad. Lo que los científicos creen que está sucediendo es que el plástico oceánico desaparece porque se destruye a mayor velocidad de la que se produce. Y se han puesto manos a la obra para averiguar cómo sucede.

Los oceanógrafos de la expedición Malaspina comprobaron que no existe un solo rincón del océano en el que no haya plástico. Lo detectaron en todas y cada una de las 3.070 muestras que recogieron alrededor del mundo. Las mayores concentraciones aparecieron en los llamados giros subtropicales, que son zonas del Pacífico, el Atlántico y el Índico en las que convergen grandes corrientes oceánicas. Pero ni rastro de las enormes islas de plástico que la Administración Nacional del Océano y el Espacio de los EE.UU. (NOAA) dijo en 1988 que debían existir y que el famoso capitán y activista marino Charles Moore aseguró haber encontrado. En su lugar, y esta es la segunda sorpresa del estudio, los científicos descubrieron una sopa de diminutos trocitos de plástico de pocos milímetros de diámetro.

Las bacterias devoradoras

Según los investigadores españoles, la basura plástica flotante se rompe en trozos más pequeños por acción de la luz solar. Luego, diferentes especies de bacterias marinas se encargan de moler esos trozos para generar partículas de pocos micrones de diámetro (un micrón es la milésima parte de un milímetro). Esta hipótesis se basa en el descubrimiento de que la superficie de los trocitos de plástico está completamente tapizada con bacterias marinas, según revelaron los estudios de microscopia electrónica. En cuanto a la parte más jugosa del misterio, la desaparición de las partículas de plástico, los científicos creen que se debe a que muchos peces e invertebrados se las comen al confundirlas con plancton. De este modo, el plástico se incorpora a la cadena trófica y desaparece de la superficie. También creen que muchas partículas se hunden al crecer sobre ellas algas y organismos marinos cuyo peso les hace perder flotabilidad. La acción de las bacterias puede llegar a originar partículas de plástico indetectables mediante los instrumentos de muestreo que se utilizan en la actualidad, lo que explicaría otra parte importante del plástico desaparecido. De todos modos, el equipo dirigido por Carlos M. Duarte ha dejado abierta la posibilidad de que existan mecanismos todavía desconocidos que expliquen otro porcentaje del plástico flotante desaparecido. El misterio continúa.

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Para valientes

La información científica que contiene esta página proviene del artículo «Plastic debris in the open ocean», que el equipo de científicos españoles dirigido por Carlos M. Duarte publicó en julio del 2014 en la revista «Proceedings of the National Academy of Sciences» (volumen 111, número 28, páginas 10239 a 10244). Si te atreves con el original, puedes descargarlo de esta dirección: http://www.pnas.org/content/111/28/10239.full.pdf

A veces, asomarse a las publicaciones científicas originales puede resultaros interesante, aunque no tengáis todavía el nivel para entenderlas en su totalidad. Es una actividad un tanto fetichista, pero que puede daros claves interesantes sobre cómo, por ejemplo, los científicos expresan sus resultados mediante tablas, gráficas o diagramas. Y sobre asuntos más «mundanos», como la cantidad de personas e instituciones que hacen falta para completar un estudio como este.