Los padres también usan (mal) el WhatsApp

Ana T. Jack anatjack@edu.xunta.es

LA VOZ DE LA ESCUELA

Claves para aprovechar esta herramienta y no caer en la sobreprotección

17 dic 2014 . Actualizado a las 10:57 h.

«¡Aviso! Acabo de detectar unos cuantos piojos en la melena de mi niña. Así que ya sabéis, ¡revisad las cabezas de vuestros peques!». Este mensaje, junto a un par de expresivos emoticonos, puede ser uno de los típicos de WhatsApp en un grupo de padres (más bien, madres) de alumnos de infantil o primaria. Dar la voz de alarma por la existencia de la temida pediculosis es una buena cosa para intentar frenar la desagradable plaga. Lo que ya no es tan razonable es recibir mensajes del tipo: «¿Qué temas entran en el examen de Sociales de mañana? Mandad foto si ya tenéis el mapa hecho». O, aún peor: «¿Qué os parece el nuevo profe de Mate? Mi hija dice que explica fatal y que siempre está soltando groserías. ¿Alguien más ha tenido una mala experiencia con él?».

Utilizar esta aplicación para supervisar de forma constante la vida de los hijos es una tendencia reciente que incluso ha llevado a dar la voz de alarma a los propios centros educativos: no es necesario (ni recomendable) que los padres se conviertan en una especie de controladores digitales. Los menores deben aprender a ser autónomos y a asumir sus responsabilidades, y también las consecuencias de sus actuaciones. Al sobreprotegerlos de esa manera no se les da la oportunidad de madurar y crecer para convertirse el día de mañana en personas responsables. Eso no es educar. Es encerrarlos en una burbuja vigilada desde el teléfono.

Aprender a manejar de forma racional el Whatsapp, al igual que el resto de herramientas TIC que nos hemos visto obligados a utilizar en los últimos años, es solo cuestión de tiempo. Pero, como siempre, para enseñar a nuestros hijos normas de comportamiento lo más eficaz es dar buen ejemplo.