Despedida y saludo a Cervantes

> Juan José Lage Fernández

LA VOZ DE LA ESCUELA

Exposición sobre Cervantes y el «Quijote» en el Museo do Gravado de Artes de Ribeira
Exposición sobre Cervantes y el «Quijote» en el Museo do Gravado de Artes de Ribeira MARCOS CREO

A punto de finalizar el cuarto centenario de su muerte, proponemos recibir el nuevo año con un «Quijote» entre las manos

07 dic 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Miguel de Cervantes falleció en 1616, en abril, un día 23. Cuatrocientos años después, a este 2016 le quedan hoy 24 días para irse. Finalizará entonces un redondo cuarto centenario que se conmemoró con menos que más éxito, como emulando al del 2005, cuarto centenario de la primera edición del Quijote. No se trata ahora de reprochar la insensibilidad o la indolencia de las instituciones, políticas y culturales, que debieran haber convertido cada uno de los 365 días del 2016 en un fiesta de la literatura española y de su más insigne representante, sino de mirar hacia los días que aún nos quedan para dar un poco de lustre a la fecha y, si apetece, prolongarla los primeros días del esperemos que próspero 2017. Y la mejor manera de hacerlo es, cómo no, leyendo e invitando a leer el Quijote. Pero la oferta de ediciones enfocadas a niños es tan amplia que resulta difícil escoger.

 CONVENIENCIA DE LA RECOMENDACIÓN

La primera elección es la que nos obliga a decidir entre la obra original o las adaptaciones, recreaciones o inclusiones que abundan en el mercado. Por adaptación entendemos la publicación que o bien suprime partes del original o bien lo reescribe, también en algunos casos prescindiendo de los capítulos más engorrosos. Una recreación parte de un personaje o acontecimiento para ofrecer una perspectiva diferente o una historia diferente. Y una inclusión toma personajes del original y los introduce en el argumento protagonizado por otro. Esta última es la opción de una novela infantil como Kika Superbruja y don Quijote de la Mancha (del escritor alemán Ludger Jochmann, Knister, publicada por Bruño) o de Fray Perico y su borrico y don Quijote (de Juan Muñoz Martín, publicada en El Barco de Vapor por SM).

ADAPTACIONES

Sobre la conveniencia de recomendar adaptaciones de los clásicos hay opiniones, que resume el profesor Marc Soriano, en contra y a favor. Que alterar el texto supone una degradación del original, que además la decisión de suprimir fragmentos es subjetiva y que la simplificación textual puede fomentar lectores pasivos son argumentos contra ellas. Pero Soriano cree que las alteraciones suponen hacer los libros para el público (y no al público para los libros); un público, el infantil, que al menos durante cierto tiempo necesita obras de «consumación inmediata», y que más valen estas reducciones que nada. Además, sostiene, las ilustraciones mantienen la atención y las notas y datos ayudan a la comprensión. Y compara las adaptaciones de los clásicos con la divulgación científica, que consiste en traducir los enunciados científicos a un lenguaje asequible.

El pedagogo francés Daniel Pennac se pronuncia, en cambio, en contra de ellas, porque considera que es algo así «como ponerse a dibujar de nuevo el Guernica bajo el pretexto de que Picasso metió allí demasiados brochazos para un ojo infantil». Podemos preguntarnos qué opinaría Cervantes de estas expurgaciones forzadas.

 Una real orden del 12 de octubre de nada menos que 1912 disponía que «los maestros nacionales incluirán todos los días, a contar del primero de enero próximo, en sus enseñanzas una hora dedicada a leer y explicar brevemente trozos de la obra cervantina».Convencido de que El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha no es un texto para lectura escolar, en 1928 Ortega y Gasset se opuso a otra real orden que lo volvía a imponer como lectura obligatoria. Estas imposiciones, ignorando que el verbo leer no soporta el imperativo, pudieron ser responsables de muchas deserciones. Incluso Ana María Matute dejó dicho: «La sombra del Quijote planeaba sobre nuestras vidas de escolares incipientes como una amenaza. Para decirlo claramente: nos lo hicieron odiar».

¿Y si aburre? Antonio Muñoz Molina arremete contra los partidarios del Cervantes light: «Entre las potestades del lector está siempre la de dejar un libro que no le gusta o saltarse un capítulo que le aburre […]. Es el lector quien abrevia los libros, quien los prolonga en su imaginación, quien los corrige en su memoria o en su olvido y los escribe de nuevo en su relectura».

EVITAR LA PARADOJA

La animación a la lectura no es una ciencia exacta y consolidar hábitos lectores es un camino lleno de obstáculos. La afición lectora surge por circunstancias imprevisibles, incluso, paradojas de la vida, al verse el joven forzado a leer el Quijote. ¿Qué hacer, pues, para llevar este cuarto centenario a los niños como se merecen?

 En primer lugar, dado que la didáctica de la lectura debe ser progresiva, hacerse sin prisa pero sin pausas, lo mejor es empezar por acercar a los niños los buenos clásicos de la literatura infantil, contarles buenas historias, rodearlos de imaginación y excitar su curiosidad, un don con el que todos nacemos pero que, decía Charles Dickens, «si no se excita, se desvanece». Solo queda dar prioridad a la lectura placentera y brindarles la oportunidad de elegir. Del borrico de fray Perico, si así actuamos, pronto pasarán al rucio de Sancho Panza. «Y confiemos en los clásicos: si merecen el nombre de tales, tarde o temprano sabrán imponerse», confirma Soriano.

 Algunas sugerencias

«Las increíbles aventuras de don Quijote y Sancho Panza como jamás te las contaron»

César Bona. Editorial Beascoa, Barcelona, 2015. Desde 9 años

 Personal adaptación-resumen de 15 capítulos del Quijote, los más conocidos. Por ejemplo: la quema de sus libros, la aventura de los molinos de viento, el yelmo de Mambrino, la liberación de los galeotes, la ínsula Barataria. Se proponen actividades tras la lectura, entre ellas inventar un capítulo siguiendo unas pautas o investigar el significado de unos refranes. Ilustraciones de Sara Mateos.

 «Aventuras y desventuras de Alonsico Quijano (Y de su amigo invisible Brandabarbarán de Boliche)»

Ramón García Domínguez. Anaya, Madrid, 2005. Desde 10-11 años

 Cuando Alonso Quijano tiene 11 años, sus amigos son Lázaro de Tormes, Guzmán de Alfarache, Marcos de Obregón, Rinconete y Cortadillo, la pelirroja Maritornes y Sanchico. Alonso es el líder imaginativo, siempre buscando aventuras, como las del gigante Brandabarbarán, un personaje del Quijote al que Cervantes dedica cuatro líneas en el capítulo XVIII. Ilustrado por Federico Delicado.

 Algunas sugerencias

«Pictogramas en la historia de don Quijote de la Mancha»

Carlos Reviejo. SM, Madrid, 2004. Desde 9-10 años

 Poner el Quijote en verso, aunque sean sencillos sonoros pareados, no es tarea fácil. El autor consigue enganchar con ritmo, gracia y talento, aunque los pictogramas (dibujos que sustituyen a algunas palabras) pueden quitar alguna espontaneidad al relato, pues obligarán a consultar al pictodiccionario final. Ilustraciones de Javier Zabala.