El corazón atormentado de Fiódor Dostoyevski

LA VOZ DE LA ESCUELA

Dostoyevski, por Jan Vilímek
Dostoyevski, por Jan Vilímek Dibujo

Estamos ante otro ilustre representante de la literatura universal. De él dijo Albert Einstein: «Dostoyevski me da más que ningún científico», para resaltar el valor humano, social y psicológico de sus novelas. Lo cual se complementa con el comentario que hizo Virginia Wolf para resaltar los valores literarios de esas obras: «Aparte de Shakespeare, no hay lectura más emocionante que Dostoyevski»

18 ene 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Fiódor Mijáilovich Dostoyevski nació en 1821 en Moscú y murió en 1881 en San Petersburgo. Su padre era médico, pero con el destructivo vicio de la bebida, además de tener una fuerte personalidad y una actitud dictatorial, todo lo contrario que su madre, María Fiódorovna Necháieva, una mujer cariñosa, de buen carácter y amante de la cultura.

Cuando el escritor tenía 11 años, toda su numerosa familia (tenía siete hermanos) se traslada a la aldea de Darovoye, en Tula, lugar en donde su padre había comprado unas tierras. Pero cinco años más tarde, en 1837, murió la madre a causa de una tuberculosis. Un año después el joven Fiódor se trasladó con su hermano Mijaíl a San Petersburgo para estudiar en la Escuela de Ingenieros Militares. Su hermano no fue aceptado por problemas físicos. Fiódor terminó su instrucción a los 22 años con el grado de subteniente. Su insociabilidad y su sentido de la justicia lo llevaron a militar en células clandestinas opositoras al zar. En 1839 falleció su padre, asesinado a manos de sus siervos (era legal tenerlos para los trabajos del campo), hartos del comportamiento despótico de su amo. En esa época de estudiante el futuro escritor empezó a aficionarse al juego y se convirtió en un ludópata, lo que le acarreó numerosas deudas y muchos problemas emocionales a lo largo de su vida. La muerte violenta de su padre contribuyó a que el joven Dostoievski sufriese una crisis nerviosa y empezara a padecer sus primeros ataques epilépticos.

DEPORTACIÓN A SIBERIA

Se estrenó en la literatura en 1846, a los veinticinco años, con la novela Pobres gentes, con la que alcanzó una notable relevancia en su país. Su penetrante descripción del alma humana, su implicación emocional con lo relatado y su aguda descripción social estaban ya en lo que luego serían las sólidas bases de su influyente estilo literario. Pero tras la publicación de esta obra, el escritor sufrió una condena a muerte y la deportación a Siberia. Se había asociado con un grupo clandestino de intelectuales socialistas perseguidos por el régimen zarista, por lo que será detenido con muchos de ellos, encarcelado y condenado a muerte. Tan solo cinco minutos antes de la ejecución se les conmutó la condena por el exilio a Siberia, en donde Dostoyevski tuvo que pasar cuatro años de trabajos forzados en condiciones muy penosas. En su estancia en Siberia dedicó mucho tiempo a la lectura de la Biblia, empapándose de espiritualidad y aprendiendo en ella el valor del sufrimiento como liberación de la existencia. Cumplida la condena, lo enviaron a Mongolia como soldado, hasta que en 1859 pudo volver a Rusia. En el año 1857 se había casado con María Dimitrievna Isaieva, una mujer viuda con la que no consiguió ser feliz. El nuevo zar, Alejandro II, concedió Ese mismo año una amnistía y Dostoyevski recuperó su linaje y la libertad.

Desde la publicación de Pobres gentes, en estos 13 años transcurridos, escribió varias obras que habían sido muy poco celebradas por la crítica y los lectores de su país. Así, El doble (1846), La patrona (1847), Noches blancas (1848) o Nietochka Nezvanova (1849) fueron acogidas sin el menor entusiasmo. Será a la vuelta del destierro, ya cuarentón, pobre y poco reconocido, cuando escriba sus mejores novelas.

En 1861, junto a su hermano Mijaíl, fundó la revista El Tiempo, en la que dio a la luz alguna de sus obras poco antes de que la publicación acabase siendo censurada. Tres años después creó Época, en la que publicó varios relatos, entre ellos la sátira El cocodrilo. 1864 fue un año trágico para el autor ruso, ya que perdió a su mujer a causa de la tuberculosis. También falleció su hermano Mijaíl, a quien estaba muy unido.

VIAJE A EUROPA

Atormentado por la epilepsia, y tras la muerte de su esposa, Dostoievski inició un viaje por Europa. Corría el año 1863 cuando se dirigió a París en busca de su amante, Polina Súslova, una joven rusa 16 años más joven que él, a la que había conocido en la revista El Tiempo. Con Polina recorrió gran parte de Europa, viaje que le inspiró el libro Notas de invierno sobre impresiones de verano (1863), en el que se mostró muy crítico con los ambientes europeos. Pero el desamor llegó al corazón del atormentado Fiódor, que se encontró con que su bella rusa lo engañaba con un estudiante español y rechazó su proposición de matrimonio.

 Fue en ese peregrinaje por el Viejo Continente cuando se detuvo en la ciudad balneario de Wiesbaden. Una mañana descubrió la ruleta del casino y se inició en el juego por matar el tiempo. Unas pocas monedas le permitieron ganar diez mil francos. El veneno del juego le había sido inoculado. Una obra maestra de literatura universal comenzaba a fraguarse (El jugador).

Tras las ganancias iniciales vinieron, irremisiblemente, las pérdidas. La fiebre ludópata lo asaltó con especial fuerza en Baden-Baden. Allí jugó con la fe del que cree tener el sistema para el triunfo infinito, sin control ni escrúpulos. Ganó a veces, pero perdió mucho más y regresó a Wiesbaden en busca del golpe de suerte definitivo. Allí, arruinado, comenzó a escribir El jugador. Nadie como Dostoyevski describió mejor la locura del juego.

«Recordar solo lo que me ocurrió hace siete meses en Roulettenburg, antes de mis pérdidas definitivas en el juego. ¡Ah!, ese fue un ejemplo notable de firmeza: lo perdí todo entonces, todo... salí del casino, me registré los bolsillos, y en el del chaleco me quedaba todavía un gulden: «¡Ah, al menos me queda con qué comer!», pensé, pero cien pasos más adelante cambié de parecer y volví al casino. Aposté ese gulden a manque (esa vez fue a manque) y, es cierto, hay algo especial en esa sensación, cuando está uno solo, en el extranjero, lejos de su patria, de sus amigos, sin saber si va a comer ese día, y apuesta su último gulden, así como suena, el último de todos. Gané y al cabo de veinte minutos salí del casino con ciento setenta gulden en el bolsillo».

En 1866 se casó con su secretaria particular, Anna Grigorieva Snítkina, con la que viajó por Europa de nuevo para olvidarse de los múltiples acreedores que lo acosaban por deudas de juego. Con ella tuvo cuatro hijos, dos mujeres y dos varones.

En la última etapa de su vida publicó algunos de sus mejores trabajos, como la mencionada El jugador (1866), El idiota (1868), Crimen y castigo (1866), El eterno marido (1870), Los endemoniados (1872), Diario de un escritor (redactado entre 1873 y 1881), y una de sus obras maestras, Los hermanos Karamazov (1880).

 Fiódor Dostoyevski murió en San Petersburgo el 9 de febrero de 1881. Tenía 59 años. Está enterrado en el monasterio Alexander Nevsky, de esta ciudad.

«Crimen y castigo»

Al igual con otras obras importantes de la segunda mitad del siglo XIX, esta novela empezó a publicarse en 1866 en forma de folletín. Cuenta la historia de un joven estudiante de San Petersburgo, Raskólnikov, que mata, por una extraña sensación de realizar un acto de justicia más que por el afán de robar, a una vieja usurera y a la hermanastra de esta, que lo sorprende. Acosado por los remordimientos y por el juez, y a instancias de su novia, Sonia, confiesa el crimen y es condenado a ocho años y medio de cárcel en Siberia. El amor y la dedicación de Sonia logran hacer de él un hombre nuevo.

La novela, dividida en seis partes, está organizada en función de dos núcleos narrativos elementales: a) la preparación del homicidio, que da a conocer la personalidad del protagonista; b) desde que comete el doble asesinato hasta la confesión del crimen, núcleo al que dedica mucha más extensión. La duda constante en la que se debate Raskólnikov, si alguien sabrá o no que él es el asesino, así como su irresolución entre confesar o no el crimen, da al relato un movimiento zigzagueante, que aporta tensión a la historia.

El tema de la obra supone un enfrentamiento entre la teoría del personaje, Raskólnikov, y la del autor, Dostoyevski, acerca de la condición humana. El protagonista cree que él pertenece a una clase de seres superiores que están en el mundo para corregirlo, por eso mata a la vieja usurera. El autor, por el contrario, cree que lo único que puede mejorar la condición humana son la solidaridad cristiana y el amor. Al final, estas cualidades, representadas en Sonia, son las que salvarán a Raskólnikov. Así pues, Dostoyevski viene a demostrar que la violencia, incluso cuando procede del deseo de hacer el bien, es intrínsecamente inhumana y que cualquier crimen, independientemente de sus motivos, es una violación de las normas éticas y humanas.

FRAGMENTO

«Al día siguiente se despertó tarde, después de un sueño intranquilo que no le había procurado descanso alguno. Se despertó de pésimo humor y paseó por su buhardilla una mirada hostil. La habitación no tenía más de seis pasos de largo y ofrecía el aspecto más miserable, con su papel amarillo y polvoriento, despegado a trozos, y tan baja de techo, que un hombre que rebasara sólo en unos centímetros la estatura media no habría estado allí a sus anchas, pues le habría cohibido el temor a dar con la cabeza en el techo. Los muebles estaban en armonía con el local. Consistían en tres sillas viejas, más o menos cojas; una mesa pintada, que estaba en un rincón y sobre la cual se veían, como tirados, algunos cuadernos y libros tan cubiertos de polvo que bastaba verlos para deducir que no los habían tocado hacía mucho tiempo, y, en fin, un largo y extraño diván que ocupaba casi toda la longitud y la mitad de la anchura de la pieza y que estaba tapizado de una indiana hecha jirones. Este era el lecho de Raskolnikof, que solía acostarse completamente vestido y sin más mantas que su vieja capa de estudiante. Como almohada utilizaba un pequeño cojín, bajo el cual colocaba, para hacerlo un poco más alto, toda su ropa blanca, tanto la limpia como la sucia. Ante el diván había una mesita.

»No era difícil imaginar una pobreza mayor y un mayor abandono; pero Raskolnikof, dado su estado de espíritu, se sentía feliz en aquel antro. Se había aislado de todo el mundo y vivía como una tortuga en su concha. La simple presencia de la sirvienta de la casa, que de vez en cuando echaba a su habitación una ojeada, le ponía fuera de sí. Así suele ocurrir a los enfermos mentales dominados por ideas fijas».

«Los hermanos Karamazov»

Los cuatro hijos legítimos de Fiódor Pávlovich Karamázov (déspota, tirano y alcohólico) se reúnen, después de haber sido educados lejos unos de otros. Dimitri es soldado y con el mismo carácter del padre, además de derrochador y lujurioso; Iván, un escéptico que duda de la ley, de la conciencia y de la fe; Aliocha ha abrazado la religión y vive en un monasterio. Un cuarto hermano se desliza torpemente por todos los rincones de la casa y sirve sin chistar a su padre e incluso a los hermanos; se trata de Smerdiakov, hijo natural del viejo Fiódor Pávlovich y una mujer retrasada mental con la que el padre sigue teniendo relaciones.

La reunión familiar precipita la tragedia. La novela viene a ser un debate entre el bien y el mal, entre libertad y moral y también, como en Crimen y castigo, una reivindicación del sufrimiento para superar el pecado. Además, cada uno de los hermanos Karamazov encarna una tendencia nacional: Dimitri es la bárbara Rusia del pasado; Iván, la Rusia occidentalizada y nihilista, y Aliocha el utópico futuro que el mismo autor desea.

La novela se caracteriza por su contenido social, su tono pesimista, el detallado análisis psicológico de los personajes y la inclinación por mostrar el dolor humano. Con la añadidura de mezclar, en perfecta simbiosis, filosofía y literatura.

FRAGMENTO

«Iván llamó al camarero y pidió una sopa de pescado, té y cerezas en dulce.

»?Me acuerdo de todo, Aliocha. Entonces tú tenías 11 años y yo 15. A esta edad, y con cuatro años de diferencia, la camaradería entre los hermanos es imposible. Ni siquiera sé si te quería. Durante los primeros años de mi estancia en Moscú no pensaba en ti. Luego, cuando tú llegaste, creo que sólo nos vimos una vez. Y ahora, en los tres meses que llevo aquí, hemos hablado muy poco. Mañana me voy, y hace un momento estaba pensando cómo podría verte para decirte adiós. O sea que has llegado oportunamente.

»?¿De veras deseabas verme?

»?Lo anhelaba. Quiero que nos conozcamos mutuamente. Pronto nos separaremos. A mi juicio, conviene que tú me conozcas a mí y yo a ti antes de separarnos. Durante estos tres meses no has cesado de observarme. En tus ojos leía una fiscalización continua, y esto es lo que me mantenía a distancia. Al fin, comprendí que merecías mi estimación. He aquí un hombrecito de carácter firme, pensé. Te advierto que, aunque me ría, hablo muy seriamente. Me gustan los que demuestran poseer un carácter firme, sea como fuere, incluso teniendo tu edad. Al fin, tu mirada escudriñadora dejó de contrariarme, y hasta me resultó agradable. Cualquiera diría que me tienes afecto, Aliocha. ¿Es así?

»?Así es, Iván. Dimitri dice que eres una tumba; a mí me pareces un enigma. Incluso ahora me lo pareces. Sin embargo, esta mañana te he empezado a comprender.

»?¿Qué quieres decir? ?preguntó Iván entre risas.

»?¿No te enfadarás si te lo digo? ?preguntó a su vez, y también riendo, Aliocha.

»?Habla.

»?Pues bien, he advertido que tú eres un joven semejante a todos los que andan por los 23 años, que son los que tú tienes; un muchacho rebosante de simpática ingenuidad. ¿De veras no te hieren mis palabras?

»?Nada de eso ?exclamó Iván con calor?. Por el contrario, veo en ello una sorprendente coincidencia. Desde nuestra entrevista de esta mañana, solo pienso en la candidez de mis 23 años».