«No es solo un problema nuestro, en la calle puede tropezar cualquiera»

Carlos Cortés
carlos cortés MONFORTE / LA VOZ

LEMOS

CARLOS CORTÉS

La ley de supresión de barreras lleva 17 años en vigor, pero en Monforte siguen sobrando obstáculos para quienes se mueven en silla de ruedas

20 dic 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

Galicia tiene desde 1997 una legislación específica que obliga a las administraciones públicas a velar por la desaparición progresiva de las barreras arquitectónicas en los espacios públicos y los edificios oficiales. En este tiempo, la situación ha mejorado en Monforte y los rebajes en las aceras son ya más algo normal que una excepción, pero en el caso urbano sigue estando lleno de obstáculos para quienes tienen que moverse en silla de ruedas. Dos monfortinos discapacitados decidieron hacer ayer una demostración a políticos, hosteleros y comerciales y les pidieron que los acompañasen en un recorrido que atravesaba la ciudad de sur a norte.

Es cierto que las rampas para subir y bajar de las aceras son menos problema hoy que hace diecisiete años, pero en las calles siguen sobrando adoquines, coches aparcados en cualquier sitio y señales colocadas en zonas de paso.

Conmemoración mundial

«No es solo un problema nuestro, de quienes nos movemos en silla de ruedas, sino de todos, porque también afecta a los que tienen que llevar carros de niño y porque nadie está libre de tropezar en la calle con cualquier obstáculo». Así explicaba ayer Daniel Outeiro Rama su objetivo y el de su pareja, Teresa Díaz Tallón. Aprovecharon la conmemoración del día mundial de la movilidad para convocar a representantes políticos y de asociaciones a acompañarlos en un recorrido que ellos hacen a menudo, entre su casa en la calle Benito Vicetto y el Campo de San Antonio.

Es un trayecto de casi dos kilómetros que incluye prácticamente todo el catálogo de obstáculos que ponen a prueba los nervios de las personas con problemas severos de movilidad -y sus músculos, si la silla de ruedas que usan carecen de motor-. En el primer tramo, entre Benito Vicetto y el barrio de Os Chaos, el principal problema es la falta de rebajes en algunas aceras. A medio camino está el tramo más duro, el de la calle Conde. Aquí no hay diferencia de alturas entre la calzada y la zona peatonal, pero porque es todo lo mismo. En el lugar que deberían ocupar las aceras hay coches aparcados a pocos centímetros de las casas, así que las sillas se convierten en tráfico rodado a todos los efectos y tienen que avanzar por el mismo sitio que los coches.

La llegada al centro y sus flamantes aceras reconstruidas en los últimos años es un alivio, pero tampoco acaba con todos los problemas. Las aceras son más anchas y todas tienen rampas, pero en algunas zonas pivotes y señales quitan espacio para transitar con comodidad. Hasta en el tramo final del viaje, en el recién reformado Campo de San Antonio, hay algún pero que poner antes de la cómoda rampa de entrada al Ayuntamiento: los adoquines y el traqueteo que provocan a quien va sobre ruedas.