Pastores eléctricos para alejar al jabalí de las huertas urbanas

Luis Díaz
LUIS DÍAZ MONFORTE / LA VOZ

LEMOS

ROI FERNANDEZ

Los destrozos causados por estos animales siguen a la orden del día en el barrio de O Morín

15 may 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuando los jabalíes comenzaron a cogerle gusto a las huertas de O Morín, el servicio de Medio Ambiente sugirió la posibilidad de ceder pastores eléctricos a los propietarios afectados. Los primeros destrozos se produjeron en junio del 2015 y desde entonces este barrio de la periferia de Monforte se ha convertido en una verdadera reserva cinegética. A falta de otras soluciones, los vecinos parecen dispuestos a poner en práctica la recomendación de Medio Ambiente. Eso sí, pagando los aparatos de su bolsillo.

Jesús Rodríguez ultimaba a última hora de la tarde de ayer la instalación de una cerca eléctrica en su huerta, situada en el tramo final de la calle Vilanova. No es que la finca estuviera sin cerrar, pero la valla metálica que la circunda de poco sirve para contener a los jabalíes. La noche anterior accedieron a su interior y causaron destrozos en los sembrados de patatas y cebollas.

«Si cogemos la mitad de las patatas que sembramos, nos podemos dar por satisfechos», dice su mujer Mari Carmen Pradera. La huerta no es para hacer negocio con lo que produce, pero a nadie le gusta ver que todos sus trabajos no han servido para nada. «Todo el mundo sabe que los jabalíes andan por aquí, pero nadie hace nada. Te sientes completamente impotente», se queja esta vecina.

Su huerta fue de las que padeció las primeras incursiones de los jabalíes, hace ahora un año. Entonces hubo un período de relativa calma, después de que se desbrozase una finca que servía de refugio a los animales. Pero aquella tranquilidad fue solo momentánea. Hace un par de meses, Jesús Rodríguez aparecía en una foto en estas mismas páginas con un jabatillo en los brazos. Se lo devolvió a la madre, que acechaba en un terreno próximo, después de que quedase atrapado en una finca situada a escasos metros de su sembrado.

¿Una cacerolada?

La solución a este problema no parece sencilla. Al estar situada la zona en un núcleo urbano, no caben salidas drásticas como la realización de cacerías para conseguir que los jabalíes emigren. Los vecinos le dan vueltas a otras alternativas, como hacer caceroladas nocturnas para espantarlos. Pero con la cantidad de terreno inaccesible debido a la profusión de maleza, dudan de la eficacia de una batida de esas características. Lo único cierto es que al crecer los jabatillos también aumenta su apetito. Y las huertas de la zona ofrecen una despensa abundante para estos animales. Si los frenan o no los pastores, ya se verá.