Vinos y premios

HUMBERTO LOUREIRO FIRMA INVITADA

LEMOS

24 jul 2016 . Actualizado a las 13:01 h.

A l igual que el cinéfilo se documenta antes de ver una película, el aficionado al vino acostumbra a leer críticas, buscar puntuaciones, notas de cata? que vayan dando información de lo qué vamos a encontrar dentro de una botella. El mundo del vino es excesivamente amplio, cambiante y efímero como para estar completamente al día de lo que pasa en él. Hay más vinos de los que uno puede llegar siquiera a soñar con probar en una sola vida, e incluso, interpretando un dicho de Heráclito: «uno nunca prueba dos veces el mismo vino», pues o el vino ha cambiado, o bien cambia la percepción de la persona que lo prueba.

Si hay algo que el consumidor aficionado echa en falta a la hora de comprar un vino es una guía entre la marabunta de etiquetas que inundan una vinoteca. Quiero comprar un vino pero, ¿por cuál me decanto? Buscamos asesoramiento en quien ha hecho ya el trabajo previo de catar todos esos vinos por medio de un análisis sensorial objetivo, y los ha ordenado según su apreciación para que nos facilite la decisión a la hora de la compra. De ahí que una de las principales herramientas para el aficionado al vino a la hora de comprar botellas sea buscar los premios, las medallas que poseen los vinos. Nos garantizan que han competido, han sido valorados, comparados y distinguidos por un panel de expertos catadores cuya opinión no deja de ser influyente. Es, digamos, un ránking y una forma de allanar el camino para acceder directamente a los vinos más selectos del mercado. De que alguien los aprecie y los sepa hacer apreciar. Pero ¿qué pasa, por ejemplo, con los vinos que no se presentan a estas competiciones? ¿Y los que no se ajustan a las bases? ¿Debemos menospreciarlos?

Los premios ayudan a distinguir entre los vinos que se presentan a ellos Pero lo que realmente sienta las bases de un criterio propio a la hora de decidir en qué botella vamos a gastar nuestro dinero es? ¡probar vinos! Abrir botellas, adentrarse en el vino cual buscador de sensaciones con la mente abierta a que en el interior de cada botella nos aguarda una sorpresa.

Si trascendemos el vino más allá de la categoría de producto de alimentación se convierte en un vehículo de comunicación entre el elaborador y el consumidor. En una experiencia mediante la cual se nos transmite un saber hacer, una materia prima, personalidad, conocimientos y buen gusto. Todo lo que distancie esta relación directa entre ambos sujetos, reduce o rebaja de forma considerable dicha experiencia de probar un vino honestamente. Ante lo cual, no vale más que el propio hecho de disfrutarlo por uno mismo, y experimentar sensaciones propias ajenos a toda crítica o condicionamiento.

Debemos tener en cuenta que los premios y las puntuaciones son opiniones, con las cuales podemos estar de acuerdo o no. De todas formas, como si de un festival se tratase, nos motiva y produce aliciente el ver los premios otorgados periódicamente a los vinos. Como en un evento deportivo, esperamos ansiosos a ver los marcadores, y poder comprobar por nosotros mismos las virtudes de los laureados. Y esto, siempre, anima las ventas.