«Non se sentía ruído ningún, pero o can deuse conta de que pasaba algo»

Carlos Cortés
carlos cortés CHANTADA / LA VOZ

LEMOS

FOTOS ROI FERNÁNDEZ

El incendio del casco viejo pudo haber sido peor si no llega a ser por una mascota

20 oct 2016 . Actualizado a las 12:52 h.

El incendio que el miércoles por la noche obligó a desalojar tres casas en el casco viejo de Chantada pudo tener consecuencias mucho más graves. La rápida reacción de un perro que se encontraba en la casa en la que empezó el fuego permitió dar la voz de alarma antes de que las llamas saltasen a los pisos inferiores. Además, la suerte quiso que uno de los edificios colindantes fuese más alto que el que ardía, lo que permitió a los bomberos atacar el fuego desde un primer momento desde arriba.

«Ten dous anos e é intelixentísimo». Lo decía ayer de su perro José Ramón Boado, el único inquilino del número 7 de Formoso Lamas, la vivienda unifamiliar de tres alturas en la que empezó el fuego y que perdió calcinados todo su tejado y su tercera planta. El hombre estaba viendo la tele en una de las plantas inferiores cuando su perro, un sharpei llamado Uno, empezó a ponerse nervioso. Se levantó, fue hacia las escaleras y empezó a mover la cabeza mirando alternativamente hacia arriba y a su dueño. Después subió corriendo hasta el primer descansillo.

El hombre lo siguió. Ni se le pasaba por la cabeza que pudiese haber un incendio. Pensaba que a lo mejor se le había colado en casa alguna paloma, porque suele dejar la ventana abierta. Pero al llegar a la puerta cerrada del último piso, ya se preocupó. «Víase algo de fume e sentíase un ruído como de crepitar, aínda que moi, moi baixo», recuerda. Cuando abrió la puerta, vio que el último piso, una estancia abuhardillada con dormitorio, sala de estar y un trastero, estaba ardiendo. «Desde abaixo eu non sentira ruído ningún -insiste-, pero o can deuse conta de que pasaba algo».

Cerró la puerta

José Ramón Boado trabajó en una empresa de seguridad privada y tiene formación en materia de emergencias, así que en vez de correr a por agua para ver si podía apagar él mismo el fuego lo que hizo fue volver a cerrar inmediatamente la puerta y llamar al teléfono 112 para avisar de lo que pasaba. Si hubiese dejado la puerta abierta, las llamas probablemente se habrían propagado al resto de la casa antes de que llegase ayuda.

Pero en vez de eso, cuando llegaron los bomberos el fuego seguía en el piso superior. Eso sí, había prendido en la estructura del tejado, que acabó derrumbándose. La calle Formoso Lamas es demasiado estrecha para maniobrar varios camiones con un mínimo de operatividad. Los bomberos no pudieron meter hasta el lugar del incendio el vehículo con escalera que les había permitido atacar el fuego directamente desde el exterior. En cambio, tuvieron la suerte de que el edificio situado a la izquierda del que ardía es más alto, así que una parte de ellos se metieron en él y desde los pisos superiores empezaron a echar agua sobre el fuego con una manguera. En paralelo, otros bomberos subían directamente hacia el fuego con equipos de respiración autónoma por las escaleras del número 7.

El tejado del al lado

Cuando la intensidad del incendio central empezaba a remitir, las llamas empezaron a prender en el balcón de uno de los edificios colindantes y en el tejado del otro. Para entonces, se habían incorporado a las tareas otros bomberos que no estaban de guardia, lo que les permitió trabajar con cuatro mangueras simultáneamente.

A las diez y cuarto de la noche, dos horas después de que saltase la alarma, los bomberos habían controlado el fuego, aunque todavía no lo habían apagado de todo. Aún les quedaba mover y enfriar con agua los rescoldos del segundo piso, que tenía el suelo de madera y en el que había mobiliario altamente combustible. Para comprobar que no había riesgo de rebrote, utilizaron una cámara térmica para medir la temperatura de los conductos interiores de la casa. No dieron por extinguido el incendio hasta las once y cuarto de la noche.

El peligro del fuego en calles estrechas, con edificios muy juntos y de madera

Durante el incendio del miércoles por la noche fue preciso desalojar la vivienda afectada y las dos contiguas, ante el riesgo de que las llama se propagasen. Cuando el fuego quedó extinguido, los residentes en esas dos viviendas pudieron volver sin ningún problema, aunque las llamas provocaron en ellas algunos pequeños daños, en una de ellas en la fachada y en la otra en el tejado.

Este suceso puso de manifiesto el riesgo que puede suponer un incendio en el casco viejo de Chantada, lleno de edificios con estructura de madera muy juntos y en calles estrechas por los que los vehículos de emergencias no se mueven bien.

La casa ha quedado inhabitable, pero disponía de seguro contraincendios

José Ramón Boado se ha quedado sin casa, al menos por el momento. La última planta fue destruida por el fuego y sin tejado y el mobiliario que había dentro está inservible. La instalación eléctrica está fuera de combate y tanto el primer piso como la planta baja han quedado también tocados por el humo y el agua empleada por los bomberos en la extinción del fuego. Por el momento, Boado se está alojando con unos familiares, pero su casa está asegurada. Él espera que cuando el inspector de la aseguradora revise los destrozos le busquen un alojamiento temporal en el que pueda estar hasta que pueda reparar los destrozos.