¿Existe el mejor vino de Ribeira Sacra?

Luis Díaz
luis díaz MONFORTE / LA VOZ

LEMOS

roi fernández

Las clasificaciones de las revistas especializadas y los premios de las catas rara vez son coincidentes

26 nov 2016 . Actualizado a las 19:42 h.

¿Cuál es el mejor vino de la Ribeira Sacra? No es una pregunta fácil de responder, a pesar de los concursos y guías que examinan cada año a las bodegas. Al catador se le supone un criterio objetivo, pero rara vez coinciden las decisiones de los jurados. El gusto personal puede inclinar la balanza. También la deformación profesional, porque enólogos, sumilleres o periodistas suelen tener prioridades diferentes. Un ligero defecto que para un experto condena al vino puede ser consentido por otro. No es fácil que se cueles, en todo caso, vinos tocados. «Se un viño gaña unha cata non quere dicir que sexa o mellor, pero seguro que vai estar ben», opina Alfonso Losada, responsable de la sección de enología de la estación de la Xunta en Leiro.

Losada forma parte del jurado de la Cata Patrimonio, que se desarrolla desde ayer en el Centro do Viño da Ribeira Sacra. «Aquí todos los catadores prueban todos los vinos», recalca Luis Buitrón, presidente de la Asociación Gallega de Enólogos. No es un detalle menor. Lo habitual en los concursos es que, al menos antes de la final, los vinos se repartan por mesas de catadores. Si una puntúa más alto o más bajo, pueden surgir agravios comparativos al calcular las medias. Otro tanto a favor de la Cata Patrimonio, según destacan los organizadores, es que las muestras salen de la tienda del Centro do Viño. No es fácil, por lo tanto, que las bodegas jueguen con lotes reservados para la ocasión.

¿Es entonces el mejor vino de Ribeira Sacra el que gana la Cata Patrimonio? Podría serlo si se presentasen todas las bodegas, pero no es así. Ni en esta ni en ninguna otra cata concursan todas. Tampoco es muy habitual verlas juntas en las principales guías. Los vinos de más postín, dice el sumiller Luis Paadín, «solo van a las catas de los prescriptores que las bodegas consideran más influyentes». En su guía la bodega más laureada de Ribeira Sacra es Algueira, que tiene por norma no presentarse a catas como la que se desarrolla en el Centro do Viño.

A comprar a la tienda

Adega Guímaro, por otra parte, solo somete sus vinos a la criba del Wine Advocate. Luis Gutiérrez, el catador del equipo de Parker para España, dio la máxima puntuación a dos marcas de esa bodega -Pombeiras y Capeliños- en su repaso más reciente a Ribeira Sacra. Guímaro no participa en la Guía Peñín, en la que sobresale por encima del resto de referencias de esta denominación de origen el brancellao de Dominio de Bibei. Paradójicamente, Dominio de Bibei no manda vinos para el Wine Advocate porque su política es que se caten a pie de bodega. Gutiérrez los puntuó de todos modos en su última visita a la zona, pero después de comprar las botellas en el Centro do Viño.

Un repaso a los principales concursos de este año pone de manifiesto que cada cata es un mundo. El mencía de Ponte da Boga fue el mejor valorado en el concurso que organiza el consejo regulador. Pero no figura entre los destacados en la Cata dos Viños de Galicia, donde despuntaron Don Bernardino y Viña Peón. Hablamos de tintos jóvenes. Si vamos a las crianzas, la cosa tampoco está muy clara. Don Bernardino Cuarta Generación fue el mejor en Aosta, y Abadía da Cova ganó en ese apartado en la cata de Ribeira Sacra.

Entre concursos y catas para publicaciones especializadas existe, en todo caso, una diferencia sustancial en la mecánica de los premios. En el primer caso las puntuaciones se dan a ciegas, sin conocer la identidad de la marca. Los catadores de las guías, por el contrario, puntúan habitualmente con la etiqueta de la botella a la vista. Cada método tiene sus pros y sus contras, pero la degustación a ciegas parece el método más objetivo. Lo saben bien en la Cata Patrimonio, en la que muchas veces los enólogos son especialmente duros con los vinos que elaboran.

Los catadores tienen, sobre todo por su entrenamiento, capacidades olfativas y gustativas por encima de la media. Nadie se lo discute, aunque comienzan a encontrar competencia entre las máquinas. Los avances tecnológicos llevaron al reciente descubrimiento de la nariz electrónica, un instrumento inmune a la fatiga y capaz de diferenciar aromas a través de sensores que procesan las moléculas volátiles. Quizás sean sus mediciones las que alimenten el morbo en las catas algún día no muy lejano.