La viticultura sostenible llega a 6 de las 1.241 hectáreas de viña de Ribeira Sacra

Luis Díaz
LUIS DÍAZ MONFORTE / LA VOZ

LEMOS

ROI FERNANDEZ

Es la zona con menos superficie acogida a planes de reducción de tratamientos

13 ene 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Las administraciones parecen haber tomado conciencia de la necesidad de acotar la aplicación indiscriminada de productos fitosanitarios. Aunque muchos lo hayan olvidado, existen métodos biológicos, culturales y físicos para el control de plagas, enfermedades y malas hierbas. Es precisamente lo que propugna la viticultura integrada, que pone su sello diferenciador a disposición de cosecheros y bodegas. Ese logotipo informa al consumidor que está ante un producto más sostenible y respetuoso con el medio ambiente. Y provisto además de una calidad por encima de los estándares exigidos en la normativa general.

Así aparece definida la viticultura integrada en los folletos informativos que publican las administraciones para animar a bodegueros y viticultores a dar el salto a estas prácticas, un término medio entre el cultivo convencional y la ecología más extrema. «Trátase dun sistema de produción máis próximo á elaboración tradicional, pero que non ten por que ser ecolóxico», detallan en la Consellería de Medio Rural, que comenzó a repartir un tríptico divulgativo sobre estas técnicas elaborado por la Estación Experimental de Enoloxía e Viticultura de Ribadumia.

Rías Baixas es el territorio gallego en el que la viticultura integrada despertó un mayor interés entre los operadores del sector. La consellería tiene censadas en esta denominación de origen casi 380 hectáreas en las que se aplica ese sistema de cultivo. Ribeira Sacra está a la cola del listado, con menos de seis hectáreas. El minifundio, la crisis demográfica y la difícil orografía explican en buena parte las cifras asignadas a esta zona productora.

La viticultura integrada no cierra la puerta a la utilización de productos químicos en la viña, pero limita las materias activas de los tratamientos. El criterio, explica una guía del Ministerio de Agricultura, es seleccionar «aquellas que proporcionen un control efectivo evitando perjudicar a controladores naturales de plagas y a insectos beneficiosos como las abejas».