Viñas donde aún se ata con mimbre en la Ribeira Sacra

Luis Díaz
LUIS DÍAZ MONFORTE / LA VOZ

LEMOS

carlos rueda

Nuevos sistemas y materiales desplazan una antigua técnica que cada vez saben manejar menos viticultores

23 feb 2017 . Actualizado a las 12:21 h.

Modernidad y tradición conviven en armonía en algunas zonas de viñedo de la Ribeira Sacra. Junto a las nuevas plantaciones en espaldera, perfectamente alineadas entre las filas de alambres, sobreviven viejas cepas podadas y conducidas en vaso, a la antigua usanza. Viñedos casi siempre de veteranos viticultores, de los que echan mano todavía del vimbio para atar los pies y varas de las vides a las estacas de castaño que le sirven de soporte. Pocos materiales hay tan ecológicos y útiles como el mimbre para realizar esa tarea. Pero no es una técnica fácil de llevar a la práctica. «Ten a súa maña, sobre todo a última volta do atado. Aínda que poda parecer fácil, como en todo hai que saber», dice Tomás Rivero, viticultor de la ribera del Cabe, en Sober.

En las viñas de Portizó, situadas entre Rosende y Anllo, es fácil asistir estos días al atado de las vides con mimbre. Es tiempo de poda y conviene dejar sujetas las cepas ahora, cuando no existe riesgo de romper los brotes. «Eu nacín nese costume, daquela nin había cartos nin outros materias para atar as cepas», explica Tomás. Actualmente hay diversos materiales en el mercado mucho más cómodos para sujetar las varas y evitar que puedan romperse cuando tengan que soportar el peso de los racimos. Gomas de ancla y grapadoras permiten realizar este trabajo con mucha más rapidez. ¿Mejor? Esa ya es otra historia.

«O vimbio ten unha gran vantaxe sobre os outros materiais que fan presión sobre as varas cando se atan. Ao secar vai cedendo e nunca lle fai feridas ás cepas», explica el ingeniero agrícola Victoriano Pérez. En su infancia el mimbre era material habitual en juegos y juguetes infantiles. Y también un árbol muy utilizado para marcar los linderos entre las propiedades, al menos en aquellos lugares donde el terreno tenía la humedad que precisa el desarrollo de esta especie. «É unha variedade de salgueiro silvestre que prende con moita facilidade onde atopa frescura», dice este técnico.

La tonalidad amarilla

Cuando las varas de las mimbreras comienzan a amarillear, adquieren la mayor flexibilidad y es el momento de apartarlas para el atado de las vides. El doble atado al que se refiere Tomás Rivero permite sujetar con firmeza las varas a sus tutores. «A vara da cepa hai que sometela, cambiar a dirección na que quere ir para que non colla moito grosor. Esa é a maneira de que non se escape», detalla. Para que la futura carga de la cepa no depare sorpresas desagradables, también se sujeta con vimbio el cuerpo principal de la cepa a la estaca que le sirve de tutor.

No es sencillo doblar la vara sin romperla y al mismo tiempo proceder a su atado con la ceremonia que exige el empleo del mimbre. «As gomas e as cintas que se usas nas novas plantacións permiten atar máis rápido, pero o vimbio é un material biodegradable», defiende Victoriano Pérez. «O vimbio non manca, nin a un nin á cepa», corrobora Tomás Rivero mientras ata en su viña de Portizó.