«Las pequeñas bodegas debemos ponerle alma al vino»

Luis Díaz
LUIS DÍAZ MONFORTE / LA VOZ

LEMOS

MARCOS MÍGUEZ

Pedro Rodríguez celebra el premio a la mejor bodega gallega de regreso de la muestra Viñateros en Londres

24 feb 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Adega Guímaro recibió el pasado lunes el premio a la mejor bodega que concede anualmente el Instituto Galego do Viño. Pero Pedro Rodríguez no pudo estar ese día en la Cidade da Cultura de Santiago. Mientras se celebraba la gala, servía las últimas copas en una feria de nuevos elaboradores españoles en Londres, ciudad a la que había llegado el día antes tras participar en una cata promocional en Estocolmo. «A Suecia viajamos desde hace tres años y los pedidos van en aumento. Para poder recoger, antes hay que sembrar», explica con una sonrisa el bodeguero.

Guímaro recoge ahora los frutos de muchos años de trabajo. Primero bajo la batuta de los padres de Pedro Rodríguez, impulsores de la bodega hace veinticinco años. La denominación de origen Ribeira Sacra echaba a andar entonces y la principal aspiración para los pequeños elaboradores era vender algunas cajas en restaurantes de Vigo o A Coruña. «Mis padres pusieron en marcha la bodega con 4.000 o 5.000 botellas cuando nadie creía que pudiésemos hacer otra cosa que vinos jóvenes. Parece que fue ayer, pero ya pasaron veinticinco años. La gente que empieza ahora tiene un trabajo hecho. En ese tiempo se abrieron muchas puertas», dice el responsable de Adega Guímaro.

Otra forma de competir

El Mágnum que le correspondió en la última edición de los premios del Instituto Galego do Viño fue recogido por César Ruiz, de la distribuidora Alma Vinos Únicos, especializada en la comercialización de marcas de pequeños productores, entre ellos Adega Guímaro. Elaboradores obligados a poner rostro a sus vinos, a transmitir lo que hay detrás de ellos, para poder competir con los que manejan grandes volúmenes y precios a la baja. «Cuando sales por el mundo adelante la gente suele preguntar si eres el que hace el vino. Las grandes marcas tienen departamentos de márketing. Las bodegas pequeñas tenemos que ponerle alma al vino», apunta Pedro Rodríguez.

Con esta son tres las ediciones consecutivas en las que el premio a la mejor bodega gallega recae en Ribeira Sacra. El año anterior fue para Dominio de Bibei y en el 2015 fue a parar a Algueira. Pedro Rodríguez augura un futuro prometedor para la zona siempre que las bodegas no caigan en el error de pensar que está todo hecho. «Hacemos el tipo de vino fresco y bebible que se busca ahora. Pero hay que salir y probar lo que se hace en otros sitios. Viajar te permite ver que puedes llegar a muchos lugares que creías vetados, te ayuda a sacudir los complejos», señala. La clave con vistas al futuro está en sacar partido de las variedades minoritarias que se fueron recuperando en estos últimos años. «Son lo que nos diferencia, sería de necios no aprovecharlo», opina el bodeguero.